Caracas.- El alcaraván cantó en la población de Barbacoas, aquel 8 de agosto de 1928 para darle la bienvenida a Simón Narciso Díaz Márquez, un aragüeño, que dejaría el corazón en los llanos. Del rasgar de su cuatro se elevaron bellísimas tonadas y recio joropo, para dar forma a canciones que lo convirtieron en el más celebre interprete de la música popular venezolana.
Comenzó a improvisar coplas que escuchaba en boca de los artistas locales, su padre, el maestro Juan Díaz quien tocaba el cornetín en la banda del pueblo, se apresuró a transmitirle sus conocimientos y amor por los ritmos tradicionales. La infancia de este jovencísimo trovador se vería truncada con la muerte de su progenitor. Entonces, tuvo que trabajar para ayudar a doña María en la manutención de sus siete hermanos.
Con 20 años, Simón Díaz arribó a la ciudad de Caracas, para matricularse en la Escuela Superior de Música, donde sería instruido por el maestro Vicente Emilio Sojo. El resto, es historia conocida…
Este miércoles cumpliría 90 años de liquiliqui impoluto con el respectivo sombrero y una sonrisa que le abarcaba todo el rostro, acompañada de su distintivo lema: “Caracha negro…”, Simón Díaz, elevó la llaneridad a su máximo exponente.
Además su vasta obra musical hizo cine televisión y teatro, medios que aprovecharía para difundir el repertorio tricolor.
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Fuente
Kevin Melean