I Hay un fenómeno tácito en el ambiente diario que trasciende el lugar donde estés. Al parecer, este fenómeno, por su naturaleza, se ha sembrado ya en la conciencia de los que habitan en las ciudades y pueblos del país. Este fenómeno me gusta denominarlo el Eterno Domingo, al principio, como muchas cosas, lo dije en una conversación en un tono humorístico, pero ya una vez reflexionado, toma una forma seria.
II El país se encuentra en tensión política, pero al salir a la calle, a veces esto no se evidencia del todo, a menos que te sitúes en cualquiera de las manifestaciones cívicas que han dado lugar en los últimos meses.
La calle, en un día de semana, un día “corriente”, puede tomar la forma de un día domingo: una soledad y un silencio se muestran frecuentemente, los establecimientos comerciales cerrados, y la ya común falta de transporte.
Al caminar por una calle de un barrio cualquiera, este silencio se hace aún más evidente, y por el hampa acechante, se torna tenso y el nerviosismo acrecienta mientras te concentras en acelerar el paso sin denotar tu temor, para no llamar a los gendarmes (no oficiales) del toque de queda del diurno.
Mientras turnas tu mirada de un lado a otro, más de una vez encontrarás en un porche un chinchorro colgado, y a unos metros de él, un mechurrio, ése fascinante dispositivo que da luz en tiempos de penumbra TOTAL.
III Más vale que no necesites salir a las cinco de la tarde. Ya a esa hora, cuando la luz del día aún muestra fuerza, las calles se van vaciando lentamente. Pasan los minutos y de un momento a otro, te das cuenta de que todo el mundo se enconchó.
IV ¡Qué difícil es ser productivo! En las calles, con un buen ojo, puedes ver la economía plasmada de una manera perfecta como con un cincel divino sobre la realidad. Siéntate en una acera y ve con tus propios ojos como una economía se desmorona. No veas por mucho tiempo, serás parte del paisaje decadente, párate de la acera y sigue tu camino.
V La improductividad se manifiesta en todos los sentidos: la vista, el tacto, el olfato, el gusto y, como este ejemplo, el oído:
–Mano, ¿te llegó el bono?
-Nada todavía, espero que me llegue para completar para la caja
-Este mes llegó 16 mil, por fin lo aumentaron
-Bueno, esa es nuestra gota de petróleo
-Así mismo es
VI El Eterno Domingo es un fenómeno que permite ver en todo su “esplendor” la decadencia. Es un estado que languidece paulatinamente la responsabilidad, se siembra como la semilla de la ineficacia y la incapacidad.
El Eterno Domingo muestra como un individuo es despojado de su participación socioeconómica, y lo peor, es que este individuo decida no hacer absolutamente nada, y se entregue al Dios Estado.
Ilustración: Edward Hopper- Sunday Morning
Francisco Rodriguez Sotomayor