I “¿Hasta cuándo?”: esa pregunta que emiten millones de voces diariamente. Yo también me lo pregunto: ¿Hasta cuándo? Y lo más importante: ¿Hasta dónde? Porque la duración se hace larga es precisamente por eso de hasta “donde” hemos llegado.
Es como una larga excavación. Son capas y capas de miseria y de terror, y cada vez que creemos haber llegado al final, caemos otro tanto, y otro, y así sucesivamente. Por eso, mi pregunta es: ¿Cuál es el límite? ¿Cuándo nosotros, millones de cuerpos, dejaremos de caer?
II Hace años se dijo: “Esto no es Cuba”. Al parecer, el ser Venezuela, constituía en sí un “límite”. Pero quizás tentamos con esa afirmación a una especie de ira divina, porque, en 20 años, sobrepasamos los límites de lo establecido en Cuba en 60 años.
Cuándo las cosas empezaron a apretar, cuando los malos augurios de haber dicho “Esto no es Cuba” empezaron a verse con los propios ojos, y “Esta gente” nos empujó al abismo, empezó la caída en picada.
Ha sido un nivel tras otro, cada uno peor que el anterior, siendo una degeneración progresiva: “¿Hasta cuándo?”
III Puesto de esta manera, hay dos interpretaciones de la pregunta: “¿Hasta cuándo?” Éstas siendo: ¿Hasta cuándo estarán? y ¿Hasta cuándo aguantaremos? La segunda revienta la primera y genera otra pregunta que es: ¿Hasta dónde son capaces de llegar? O véase: ¿Qué más son capaces de hacer?
IV Esta experiencia es como un bolsillo, día a día se introducen cosas en él, cada una diferente y más decadente que la anterior. Dibujar límites ha sido un fracaso, y más bien, intentar dibujarlos ha sido como un reto, porque cuando crees que no puedes ver algo más, lo ves, y callas.