Valle de la Pascua.– Así decía un anuncio fijado sobre una enorme valla donde se daba la bienvenida a quienes llegaban a esta urbe guariqueña, el cual estuvo durante mucho tiempo colocado en el tramo de la carretera nacional Valle de La Pascua-Chaguaramas, comprendido entre el sector conocida como Bomba Aragua y El Lido.
Eran otros tiempos, cuando a lo lejos, los visitantes, los mismos vallepascuense o “vallemetidos”,veían un conglomerado urbano que irradiaba un ambiente de ciudad creciente, con una economía en desarrollo, soportada fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, que atrajo a estos suelos varias franquicias comerciales, convirtiendo a Valle de La Pascua en el epicentro de un importante movimiento comercial.
En la actualidad, quienes viajen por estos lares, en el mismo tramo vial, van a observar, además de “atractivos” como el de la imagen, que alerta sobre el riesgo de circular por una vía minada de huecos, porque en diez años no le han hecho mantenimiento, basura y animales muertos en ambos laterales de la carretera, zamuros que casi impactan los parabrisas de los vehículos y otros monumentos a la DESIDIA y la CORRUPCIÓN, como el inconcluso hospital ubicado al lado de la urbanización El Lido.
Si este panorama habla del nivel de autoestima de quienes gobiernan y una gran parte de los ciudadanos, podemos entonces entender, porque Valle de La Pascua es hoy lo que es, y muchos, parecen sentirse a gusto en medio de tanta decadencia.
Cuando decimos muchos, es porque no son todos los que aquí habitan.Lo cierto es que Valle de La Pascua no es ahora la ciudad donde llega gente que quiere quedarse o volver. Es el pueblo donde un buen número se ha ido, otros lo están pensando y una parte está dispuesta a resistir, solo con la esperanza de ver reflotar el barco.
Franklin Rodríguez CNP 17620.