Aún a riesgo de sonar pesimista, en un mundo como el de hoy en día, reinan el estrés, la ansiedad, y las enfermedades que de estos derivan. La gente busca formas de relajarse, de lograr llevar vidas más tranquilas, y ya bien entrado el siglo veintiuno, se podría pensar que ya todo ha sido descubierto, pero incluso así, hay cosas que vale la pena redescubrir. Ejemplo del segundo caso es la Gatoterapia, una herramienta cada vez más popular para ayudar al bienestar de las personas a través de la compañía de estos pequeños felinos.
Un Poco de Historia
El ser humano cuenta desde hace milenios con la compañía animal. Además de la domesticación para el sustento alimenticio (carne, leche), la ropa (pieles, lana) o el desplazamiento (caballos, camellos), algunas especies han conseguido una relación más intima con el humano. Ejemplo claro de esto es el gato domestico (Felis silvestris catus), del cual se tienen sus primeros reportes científicos en el sur de Egipto, alrededor del año 3000 aC.
Eran tiempos buenos para los gatos, ya que eran considerados divinidades, con el poder de ahuyentar el mal, y de las que se decía podían “verlo todo”. Misticismos aparte, su pequeño tamaño, autosuficiencia e instinto predador, les hicieron compañía ideal para los mercaderes que en sus viajes por todo el mundo, necesitaban proteger sus bienes de las ratas y otras alimañas. Con el tiempo, así fue como llegó el gato hasta todos nosotros, dividiéndose con el tiempo en más de 40 especies diferentes.
Efectos Positivos
El gato es un animal muy autónomo, fuera de un control médico de rutina, solo hay que darle espacio, comida, agua y la ocasional caricia para que este sano y contento, esto representa una ventaja por sobre otros animales terapéuticos que sin querer, terminan generando más estrés debido a los cuidados adicionales necesarios. La relación con un gato se puede definir como un “pacto de respeto mutuo”, donde cada uno ayuda a el otro, sin llegar a la dependencia o a la molestia, ya que aunque serenos y tranquilos, son seres vivos que tienen muy en claro lo que no les gusta.
Ya teniendo clara su conveniencia, ¿Qué es lo que ellos en específico hacen para considerárseles terapéuticos?. Nada excesivamente obvio, pero que no por esto deja de ser notablemente útil. Por una parte, la textura usualmente suave de su pelaje produce sensaciones agradables al ser acariciada, y no solo para el animal sino también para el humano, algo que psicológicamente se relacione a una sensación de confort y seguridad, disminuyendo el nivel de presión sanguínea y normalizando los latidos del corazón.
Por su parte, el ronroneo, esa vibración tan característica, tiene la capacidad de fomentar el buen humor, de calmar estados de ánimo nerviosos, e incluso de acelerar la sanación de huesos. Esto se debe a que la frecuencia en la que vibran (de 25 a 50 hertz) al pasar por el canal auditivo, desde el hipocampo a la amígdala, estimula la liberación de serotonina, también conocida como la “hormona de la felicidad”, relacionada además con los ciclos del sueño, la libido y el buen humor. También se dice que esta vibración armoniza el cuerpo, provocando una regeneración más ordenada del tejido óseo gracias a un mayor estado de relajación.
Compañía Felina y Salud Mental
En general, la cercanía de una mascota, esa presencia que está ahí y se limita a acompañar, ayuda a enfermos y convalecientes a salir adelante de su situación. Vivir con un gato nos ayuda a comprendernos y aceptarnos, ya que ellos no juzgan, no mienten, no discriminan, solo acompañan y devuelven a su manera el cariño que reciban. Son una presencia que no nos consume, pero que nos hace interactuar con alguien, de una forma que resulta liberadora y permite la autoreflexión.
Obviamente, el propósito de la compañía felina no es el de curar completamente algún problema físico o psicopatología severa, pero si se ha observado que aporta buenas dosis de felicidad, especialmente a aquellos que sufren una vida solitaria o aislada, como por ejemplo los niños autistas o los ancianos que viven en residencias geriátricas. Este último caso es notable, ya que a través de la estimulación de recuerdos y sensaciones de la memoria remota al acariciar, cuidar e incluso interpelar al gato, ayuda a retrasar un poco la degeneración de la calidad neuronal.
*Pasante ECS/ Unerg
Diego Ranuárez