Caracas.- Un documento enviado por el gobierno de Nicolás Maduro a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) recoge un compendio de datos claves y varias mentiras que permiten ratificar con números oficiales el descalabro de la economía venezolana y el fracaso de la llamada revolución bolivariana.
El Reporte Anual enviado este jueves 21 de diciembre a la SEC por el Ministerio de Economía y Finanzas reúne datos del año fiscal terminado el 31 de diciembre de 2016, así como algunas consideraciones acerca de los eventos políticos, económicos y sociales registrados en 2017 en el país.
Acá, junto a los cálculos que toman en cuenta el tipo de cambio oficial de Bs. 10 por dólar, el informe también exhibe una serie de mentiras, siendo quizás la más inverosímil la que dice que el salario mínimo mensual ha sido incrementado hasta US$ 17.750, al pasar a Bs 177.507 a partir de noviembre de 2017, después de 10 aumentos consecutivos desde 2016.
Pero, si se toma en cuenta el tipo de cambio Dicom vigente para ese año, de Bs 652 por dólar, que es considerado en el documento para otros cálculos, ese ingreso mínimo de los trabajadores y los pensionados equivalió a $27 por mes, menos de un dólar diario. Es aceptado internacionalmente que la línea de pobreza comienza cuando el ingreso de una persona es de solo $1,90 por día, reconoce el propio informe.
El gobierno también reconoce que 33,1% de la población es pobre y que la tasa de mortalidad infantil es de 14 por cada 1.000 nacidos vivos, equivalente a la de Brasil y el doble de la de Chile. También admite que hasta 2015 (últimos datos disponibles), 9,3% de los venezolanos eran extremadamente pobres, comparado a un 6,0% en 2012.
“Desde 2015 se ha venido incrementando el descontento político y social debido a la escasez de bienes básicos de consumo como resultado de una caída en la producción interna de alimentos; limitado acceso a las importaciones como resultado de las restricciones de divisas, contrabando, acaparamiento y otros problemas de distribución”, argumenta el informe de 144 páginas, probablemente el que recoge más datos sobre el desempeño económico en un país donde el gobierno limita el acceso a la información pública.
Una economía hundida
Sobre el desempeño económico de los últimos años destaca en 2016 un desplome de 16,5% en el Producto Interno Bruto o PIB, la suma total de riqueza en forma de bienes y servicios generados por la economía en un año. Esta caída sin precedentes en la historia venezolana se suma a otro desplome de 6,2% en 2015 y de 3,9% en 2014, lo que suma una reducción de 26,6%, más de la cuarta parte en el tamaño de la economía en el período.
En este informe el gobierno también reconoce una inflación de 274,4% para 2016, mucho peor que el 180,9% admitido para 2015. Maduro ordenó que se dejaran de publicar esos datos dentro del país a partir de 2013, cuando comenzó el auge de los precios, la escasez y el mayor descontento social.
El reporte también reconoce un descalabro en las importaciones en un país mal acostumbrado por las políticas populistas e intervencionistas a depender del exterior para casi todo lo que consume, en especial alimentos y productos manufacturados. En 2016 las importaciones totales sumaron $16.370 millones, la mitad de los $33.308 comprados en 2015, cuando a su vez habían caído otro 30% respecto a los $47.508 millones de 2014.
Esta tendencia al recorte de las importaciones para privilegiar pagos de deuda pública externa se mantuvo durante todo 2017, lo que ayuda explicar el colapso final en el mercado interno de alimentos, medicinas y otros productos básicos.
Agujeros negros
El registro también reconoce un enorme déficit público que incluye al gobierno central, Pdvsa, Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) y Fogade. Ese agujero o diferencia entre lo que ingresa y lo que gasta el gobierno de Maduro equivale a 17 puntos del PIB, con un fuerte aumento respecto a los 10,33 puntos del PIB en 2015. Como el gobierno calcula que el PIB de Venezuela sumó $371.000 millones en 2016, ese monto del déficit significa que el agujero fiscal sumaba la pavorosa cifra de $63.070 millones.
A lo largo de 2017 se han multiplicado las advertencias de economistas sobre el efecto nefasto de este déficit, pues el gobierno recurre a la emisión masiva de dinero sin respaldo para cubrir su creciente gasto, lo que significa echarle más gasolina a la hoguera de la hiperinflación.
Otra de las grandes mentiras del informe es la referencia a Fonden, el fracasado Fondo Nacional de Desarrollo.
“Los montos depositados en Fonden han sido o están siendo utilizados para obras mayores de infraestructura, como puentes, autopistas, líneas del subterráneo, vías férreas, generación eléctrica, sistemas rurales de irrigación, hospitales, instalaciones educativas”
No se presenta un estatus de estos proyectos ni hay otra fuente pública de información que permita saber qué paso con el dinero de Fonden, pero este documento afirma que “Fonden ha colocado $253.200 millones para financiar varios proyectos, incluyendo $35.700 millones en proyectos mineros y petroleros, $3.300 millones en proyectos ambientales; $12.600 en proyectos agrícolas; $12.200 en desarrollos habitacionales y $3.100 en proyectos de ciencia y tecnología”.
Dice que Fonden mantiene sus fondos en consorcios financieros, en inversiones en moneda local y extranjera en el Banco del Tesoro, donde los recursos son distribuidos de acuerdo con los niveles de ejecución de los proyectos.
Estas afirmaciones contrastan con las denuncias de gremios de ingenieros, sindicatos, productores agrícolas y con comprobaciones directas que muestran un acelerado deterioro de la infraestructura productiva y de servicios en toda Venezuela, donde hay un cementerio de grandes obras paralizadas, constantes apagones y racionamiento de electricidad, y una drástica caída de la producción agrícola que, junto con el descalabro de las importaciones de alimentos, explican el hambre y la desnutrición crecientes en el país.
Resulta que una de las grandes distorsiones de este informe, el tipo de cambio en 10 bolívares por dólar alimenta también irrealidades sobre la salud de este Banco del Tesoro al que le atribuye 380.000 millones de bolívares (38.000 millones de dólares al cierre de 2016). Si esa cifra en moneda dura fuese cierta, los depósitos públicos en ese banco hubieran cubierto la mitad del déficit fiscal del año pasado.
Fuente
Omar Lugo