Madrid.- El orgullo no se compra ni se vende… pero el Atlético de Madrid tiene orgullo para regalar. Y los suyos motivos para sentirse orgullosos. Efectivamente, el cuento tenía final feliz.
Griezmann ha firmado en la final el partido descomunal que se le reclamaba. Una por aquí y otra por allí para los goles, pero además compromiso, sacrificio… y alguna bronca a Oblak por no sacar donde se le demanda. Así las gasta ‘Le Petit’ cuando se le antoja un trofeo.
En el inicio del partido los jugadores del Olympique aparecieron absolutamente poseídos, de hecho regalaron su saque de centro para presionar a modo la primera pelota rojiblanca. En ese arranque Germain desaprovechó un mano a mano tras ser habilitado por Payet en una jugada que pilló al equipo rojiblanco entre dos aguas.
Despues disparó Rami y después aún disparó Sarr, en ambos casos desviados. El Atlético se veía superado momentáneamente por el despliegue físico del equipo francés desde los carriles, pero el equipo rojiblanco sabe que una final se puede perder en el último minuto, pero no ganar en el primero.
Y llego la chance de los españoles, Griezmann también tuvo su mano a mano con Mandanda, con la diferencia de que la depositó suave en la red. La jugada arrancó cuando Anguissa pifió un control en la pelota que le había enviado precisamente su arquero. Gabi fue perro de presa y arquitecto, porque el mismo toque sirvió como recuperación y como asistencia para Grizi.
Había sido el primer error grosero del rival, pero tuvo valor de gol. Así las gasta este Atlético que a partir de ahí se ajustó mucho mejor a las costuras del verde que pisaba este miércoles. Sin alardes arriba, pero sin que el Olympique encontrara ya las cosquillas hasta el descanso. Resultó además que la escuadra de Rudi perdió a Payet por lesión.
El segundo acto trajo el segundo gol, Doblete de Griezmann. Un saque de banda del Olympique, otro robo rojiblanco y esta vez Koke en el servicio: Antoine, para que Mandanda tuviera variedad, se la puso esta vez por encima.
El Atlético tuvo su propio arrebato ahí, en el que, casi inmediatamente, Godín pudo estampar el tercero de cabeza. Rudi, mientras, sorprendió a la concurrencia retirando precisamente a Ocampos.
El resto fue una delicia, las cosas como son, en el que apenas el recién ingresado Mitroglou se atrevió a interrumpir el monólogo rojiblanco con un cabezazo al poste.La portería a cero, aunque ni siquiera haga falta Oblak.
En el otro lado, el tercero era una sensación más que una realidad… hasta que por fin la estampa Gabi y cerró el partido con el 3-0 definitivo.
Fuente
Alberto R. Barbero