San Juan de los Morros.- Estando sumergido en una de esas colas interminables, uno de los tertuliantes muy conocido por frecuentar una panadería en la famosa vuelta de Juan Flores, en la capital guariqueña, narró ante los presentes que en un mediodía caluroso, se estacionó una cava por los alrededores de la calle Mariño, frente a un conocido negocio chino al lado de una funeraria.
Inmediatamente, los transeúntes y algunos bachaqueros que nunca faltan, cuando vieron la cava estacionada se imaginaron que algún producto de la cesta básica llevaría.
El conductor no se veía por ningún lado, posiblemente estaría almorzando, pero en medio del desespero de la escasez, para la gente cualquier producto es bueno. Donde hay una media cola, como por inercia, se van colocando detrás hasta que se vuelve kilométrica.
La cola doblaba por la avenida Bolívar, pero el chofer de la unidad se dio su “bomba” y no apareció sino hasta las dos y media de la tarde, relamiéndose los bigotes, después de haber digerido una “buena papa”.
Al llegar al sitio, se sorprendió al ver tanta gente detrás de su carro, pero no le dio la más mínima importancia y pausadamente conversó con su ayudante mientras sacaba las llaves para abrir las puertas traseras y despachar su mercancía.
La cola que parecía una “S” comenzó a enderezarse y la gente gritaba que “ninguno se coleara” porque ellos llegaron primero y nadie les iba a ver “la cara de pendejo”.
El conductor y su ayudante terminaron de abrir las compuertas y ante los ojos atónitos de los presentes apareció la macabra mercancía. Era un despacho de urnas para la funeraria que está justamente al lado.
Cuenta nuestro informante que muchos dijeron en alta voz en tonos molestos que más nunca volverían a hacer cola sin saber qué tipo de mercancía iban a despachar, porque los clientes de los ataúdes no tienen apuros para adquirirlos.
El Tubazo Digital – Ramón Figuera