Caracas.- El 21 de noviembre de 1957, estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), decidieron alzarse contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Los universitarios se sumaron a las huelgas donde ya participaban los liceos Fermín Toro, Juan Vicente González, Andrés Bello, Razetti, Caracas y la escuela Miguel Antonio Caro.
“Sabíamos que nos jugábamos la libertad y la vida. Todos salimos en manifestación. La consigna era ¡Huelga, huelga!. Llegábamos a los cursos y nos metíamos en los salones eufóricos, alegres, desbocados…”, contaba Diego Salazar, estudiante de medicina por esos días.
Tal como lo habían previsto los organizadores, las revueltas estallaron en la UCV, extendiéndose a otras academias del país.
A comienzos de 1958, se produjo una febril actividad clandestina en las casas de estudio, jóvenes desafiantes, protestaban en las zonas populares de Propatria, Catia, Capuchinos y El Silencio, al punto de enfrentarse a las autoridades con bombas molotov.
En vista de los acontecimientos, la Seguridad Nacional tomó la Universidad Central y cerró varios centros de educación superior.
Salazar prosigue con su relato: “De todas partes llegaron jaulas, camionetas, patrullas, y se bajaron cientos de hombres armados. Hubo muchos presos, no sé cuántos…”.
Los estudiantes “subversivos”, fueron trasladados a la cárcel Modelo y otros recintos penitenciarios. El descontento social generado por los encarcelamientos, terminó el 23 de enero de 1958, con la huida de Marcos Pérez Jiménez, a bordo del avión presidencial “la vaca sagrada”.
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