HISTORIA VIVA/ Cartas y misas de Canta Gallo

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canta gallo
Iglesia de Canta Gallo

Canta Gallo es un pueblo llanero ubicado en los límites de un llano guariqueño venezolano que se abre a la sabana sur entre San Juan de los Morros y Parapara de Ortiz, de allí vino con una carta en la mano un hombre con la vocación noble del magisterio, se trata del maestro Orlando Medina, quiendurante 2006 desarrollóun proyecto educativo titulado “Cartas para un amigo” que fue también el de su escuela.

Hoy lo evoco como regalo de navidad para ustedes, porque en esta época en Canta Gallo, también están presentándose las misas de navidad o las Misas de Gallos.

No eran simples “Cartas para un amigo” fue un proyecto que se hizo más que programa local, era poesía de la enseñanza y el aprendizaje de los niños involucrados en el acto de escribir cartas para mejorar su capacidad de comunicarse a través de la palabra escrita, desde la escuela Rogelia Mayo Torrealba fundada en 1946, allá en ese rincón llanero conocido como Canta Gallo donde hay maestros con más de 25 años de experiencia docente, los mismos que han formado generaciones de niños que hoy son hombres y mujeres de bien, recorriendo el mundo por los cuatro caminos del destino humano.

Es por aquello de estar lejano de tanta incertidumbre que promueven las empresas privadas de comunicación nacionales e internacionalesque atiborran a los pueblos de mentiras en un ir y venir de nunca llegar, que desde la humilde villa de Canta Gallo los maestros y estudiantes pudieron hacer amigos solidarios a través de cartas cándidas y nobles entregadas a sus colegas distantes en el mismo estado central de Venezuela, Guárico.

Pareciera una simple circunstancia esto de escribir cartas, cuando a veces olvidamos lo mágico de comunicarse a través de la palabra escrita. “Cartas para un amigo” fue  un ensayo pedagógico hecho por los niños de la escuela de Canta Gallo a los niños de otra escuela, en Valle la Pascua, la escuela de Mahomito a más de 200 kilómetros de distancia al este del estado llanero central de Venezuela..

De allí surgió una manera sencilla y práctica para que los niños aprendieran a escribir sobre su circunstancia humana y compartir con otros niños y maestros sus vivencias más sencillas.

El esfuerzo hecho por los maestros y estudiantes de estas escuelas guariqueñas sirvió de ejemplo para que algunos niños experimentaran el gusto por una estética poco común en estos tiempos de celulares, de la cibernética desenfrenada, y es la capacidad de hacer y escribir una carta no solo en su forma, la caligrafía, la ortografía o la sintaxis, sino en el contenido mágico de la creatividad infantil. Estos niños no sólo hicieron los sobres donde se enviaron las cartas sino que llenaron de sorpresas los conceptos emitidos en ellas.

Para ello la muestra de un texto enviado por el niño Héctor de la escuela de Canta Gallo al maestro poeta Ramón Correa de Mahomito cuando le escribió “Escribo esta carta cortita para que le llegue más rápido”.

Esta sencilla frase corta indica la aprehensión de un niño por el tiempo y la distancia, que me hace recordar aquellos versos lacónicos del cantante llanero Jorge Guerrero de Elorza Apure “ni el tiempo ni la distancia lograran con su importancia borrar este sentimiento”.

“Enseñar a escribir a un niño es como el sueño más grande de todo docente” decía Orlando Medina hablando del cometido que va más allá de la circunstancia formal del entorno educativo, debe ser una acción mágica en el que el ser humano es consciente y crítico de su propia condición y de lo que lo rodea, de allí que ese ciudadano que se forma en la tarea de reflexionar es distinto al ser automático, dócil e instantáneo que forma la televisión comercial.

Por ello esta experiencia de Canta Gallo y Mahomito en las entrañas del Guárico sabanero, tiene una significación especial y una trascendencia mayor más allá del breve territorio donde hoy se experimenta y se hace una práctica pedagógica que es producto de la voluntad de unos maestros conscientes de la condición sensible de un hombre o una mujer que debe verse a sí mismo en sus capacidades y virtudes.

No queda más que agradecer a la gente de la Escuela de Canta Gallo y de Mahomito en Guárico por hacernos felices en este instante de revolución que se construye con solidez en el interior de la Venezuela que está dejando de ser ausente.

Ahora nos despierta un gallo solitario en la ciudad, los que crecimos en el interior de Venezuela y podemos recordar cuando éramos muchachos y muchachas la satisfacción de escuchar una Misa de Gallo, comer arepitas fritas delgaditas, uno que otro trago de ron para calentar el cuerpo y los aguinaldos cantados por músicos alegres con repertorios de parrandas y aguinaldos como ahora lo hace la gente de Canta Gallo que nos nutre de esperanzas y de buena ventura para los años venideros.

Aldemaro Barrios Romero

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