Isaías Rodríguez: “LA ANC se ha desgastado tanto o más, que el Gobierno”

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Isaías Rodríguez
Foto cortesía

Caracas.- El ex-vicepresidente de la República y ex-fiscal Isaías Rodríguez ha pasado casi todo el año 2018 en Roma, en el ejercicio de su cargo diplomático: embajador de Venezuela en Italia. Pero eso no significa que haya prescindido de su actitud analítica y cuestionadora.

En entrevista exclusiva con Supuesto Negado, habló de la actualidad nacional con una franqueza no muy habitual en los integrantes del servicio exterior.

Rodríguez, quien fue integrante y vicepresidente tanto de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 como de la actual, tiene una visión particularmente crítica del rol que ha desempeñado este cuerpo deliberante desde 2017.

“De una institución extraordinaria y emergente ha pasado a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido”, expresó.

Advirtió que cuando se eligió el camino de la ANC, “el país votó a la paz y por la solución del problema alimentario; contra el acaparamiento, la inflación, el contrabando; por el acceso a la cesta diaria y a la posibilidad de vivir dignamente con sus salarios y su remuneración, y de esto muy poco ha conseguido y, para algunos, la situación no solo es peor sino que tiende a agravarse”.

-¿Qué balance hace del acontecer político venezolano en 2018?

No dispongo de toda la información para hacer un balance objetivo desde fuera del país. Las noticias llegan sesgadas. O todo está muy bien o todo está muy mal. La polarización no ayuda. Olfateando, creemos que el país está como asfixiado, aislado, desconcertado. La situación económica estrangula los sectores de menores recursos y, también, amplios sectores de las capas medias bajas. Se percibe poco o ningún control sobre la especulación y el alza de los precios, y una estabilidad social y política montada sobre una montaña rusa (sin alusiones específicas a Moscú). Las alianzas que dejó Chávez han permitido resistir la embestida brutal de quienes han hecho casi todo para derrocar al gobierno. No se ven muchos aciertos de mediano o de largo plazo por parte de los gobernantes. Hacia adentro del país se observa una guerra económica que se acentúa, y hacia afuera la guerra diplomática, con el control total de la información, por parte de los agresores. No percibo soluciones que no pasen por un reconocimiento real de la situación, sin triunfalismos, ni amenazas, ni discursos agresivos que luego no puedan ser recogidos. China y Moscú son buenos ejemplos políticos y diplomáticos de cómo no se debe manejar la arrogancia. Trump es, exactamente, el modelo contrario.

-¿Cómo se explica que en un escenario económico tan complicado y con una avalancha de denuncias de corrupción, el gobierno haya obtenido tantos logros electorales y la oposición esté cada vez más fraccionada?

Los logros electorales hay que verlos entre comillas. Si los comparamos con los resultados de la oposición pueden calificarse de éxitos, pero si los comparamos con nuestros propios resultados electorales no lo son, y cada vez la abstención se expresa con mayor contundencia. La oposición malbarató su caudal electoral con posturas personales, engaños, trampas, desencuentros, pérdida de confianza en sus electores y en sectores independientes o frustrados por el gobierno, en la ausencia de proyectos alternativos, temor a no desautorizar la violencia, falta de participación en procesos electorales que pudieron haber ganado o fortalecido, para una expectativa posterior. Todo ello, ha sido infortunado para el país; es cierto, pero el gobierno no lo ha hecho mejor, y el país tenía puestas sus expectativas en el gobierno que eligió. Votó por él, no por la oposición. Fue a la Constituyente con esas mismas expectativas, y muy poco ha logrado. La derrota a la violencia de calle fue obra de los electores, no de la Constituyente. Esta se instaló en medio de una paz creada directamente por el pueblo. El país votó a la paz y por la solución del problema alimentario; contra el acaparamiento, la inflación, el contrabando; por el acceso a la cesta diaria y a la posibilidad de vivir dignamente con sus salarios y su remuneración. De esto muy poco ha conseguido y, para algunos, la situación no solo es peor sino que tiende a agravarse. El fracaso de la oposición no es nuestro éxito ni nuestro logro, es una caracterización del país que no excluye a los sectores que nos dirigen.

-¿Qué se puede esperar del 10 de enero, en vista de la estrategia imperial de desconocer (una vez más, pero de manera reforzada) a Nicolás Maduro?

La propaganda contra el presidente, dentro y fuera del país, es bestial. No luce útil, sin embargo, para Estados Unidos agredir militarmente a un país como Venezuela. Sus propios aliados latinoamericanos han tenido el cuidado de no sumarse ciegamente a una invasión que, al justificarla, también puede ser buena para ellos. Solo los que han hecho de la obediencia un punto sin retorno (muy pocos) siguen empeñados en ser caballos de Troya de la amenaza militar del gobierno de Trump. Ello podría producir un desconcierto a mediano plazo en Suramérica. Por otra parte, la crisis de Argentina es real, en Colombia no habrá estabilidad política mientras se sigan asesinando los cuadros que aparecieron a través de los Acuerdos de Paz; Perú es una interrogante desde los tiempos de la independencia, pues ni San Martín ni Bolívar pudieron tener éxito allí. Bolsonaro ha sido una respuesta al Partido de los Trabajadores, pero su unidad actual no es para siempre, por lo demás son 45 millones de votos contra el nuevo presidente del Brasil. El mundo está desencajado, Francia, Alemania, Inglaterra y España tienen estabilidad a medias, los conflictos económicos en sus territorios y con los propios EE.UU. son graves. En Europa la ultraderecha se ha consolidado en un fascismo de nuevo tipo. No creo en una guerra mundial por Venezuela, pero las decisiones a tomar por parte de quienes actúan como contrapesos en la paz mundial, no pueden, ni deben estar sujetas a tremendismos. En consecuencia, todo puede ocurrir, pero hay alguna necesidad de conservar el equilibrio de un planeta que no solo tiene problemas de cambio climático, sino también de desempleo, migraciones, desgaste de grandes gobiernos y un peligroso control extraestatal de la economía global por inmensos capitales con poder bélico y político.

-¿Es de esperar que en 2019 la Asamblea Nacional Constituyente se concentre finalmente en discutir una nueva Constitución?

La ANC fue la respuesta a una coyuntura. Cada vez estoy más convencido de esta apreciación. Fue una respuesta “táctica” que, en mala hora, se transformó en “estratégica”. Se la ha utilizado para todo y se ha desgastado tanto como, o más, que el gobierno. De una institución extraordinaria y emergente ha pasado a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido. En mi opinión, hoy lo menos importante para el país es darle una nueva Constitución. La gente de la República Bolivariana de Venezuela necesita sobrevivir a los odios, a su exasperación, a su desesperación, a su inestabilidad, a la necesidad de tener paz, a vivir con dignidad y a confiar en sus instituciones y en una economía transparente.

Con información de Clodovaldo Hernández|Supuesto Negado

Aporrea

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