El discurso neoabstencionista tiene un problema de origen que le pesa como una lápida: siempre comienza aclarando que no es abstencionista, que en realidad siempre ha desconfiado del abstencionismo, que no debe ser confundido con otros abstencionismos pues el suyo es un método nuevo, postmoderno, de abstencionismo express, quirúrgico, que se niega a participar cuando las elecciones no se pueden ganar, porque el gobierno es muy mañoso y nunca se permitirá perder una elección más. Lo que quiere decir que mientras este gobierno siga en pie, la vía electoral está clausurada. ¿Cómo saldremos, entonces, de este paquete? In God we trust.
No otra cosa afirmaban y afirman los sectores maximalistas de la oposición. ¡Dictadura no sale con votos! ¡Votaremos cuando el Gobierno se haya ido! ¡Avalar elecciones en dictadura es colaboracionismo! De manera tal que resulta bastante obvio que tanto la MUD y su rencarnación, el Frente Amplio, se han dejado influenciar por los argumentos que tanto combatieron hasta hace nada. Ah, claro está, las condiciones han cambiado radicalmente, antes el gobierno y el CNE eran menos malvados que ahora.
Según la nueva leyenda urbana electoral, en diciembre de 2015 la nomenclatura gobernante se habría dado cuenta -y con ella el ingenuo G2 cubano- que podían perder elecciones y por tanto tomaron la decisión de no perderlas nunca más. En las elecciones de gobernadores habrían perfeccionado sus dudosos métodos entregando algunas gobernaciones para darse un barniz democrático. Por ejemplo, dejando ganar a Juan Pablo Guanipa en Zulia, pero arrebatándole el triunfo a Andrés Velásquez en Bolívar. Porque la victoria de Guanipa -por nombrar la más importante- no es concebible, de manera alguna, bajo la óptica de un gobierno blindado electoralmente frente a la derrota. Pero todo parece indicar que tenía lo que hay que tener para resistir la trampa oficialista: organización y empuje para defender sus votos. Quizás algún día, el propio interesado nos despeje el misterio.
El gambito del neoabstencionismo es atrayente: entregamos las elecciones y dejamos que el régimen se seque por sí solo, lo esperamos en la bajadita. En el fondo, se parte de una ingenuidad mayor: quienes aseguran que el régimen es imbatible porque le puso candados sin llave a la democracia, quieren creer que gracias a la presión internacional renunciará y entregará el poder. Si algo está comprobado es que dictadura no sale solo con presiones internacionales. Basta con leer la prensa cada mañana.
El discurso de quienes llaman a la nueva abstención carece de continuidad. Muere en el llamado a no votar por Henri Falcón, porque no tienen otra cosa que ofrecer. El día después, tendrán que encontrar un discurso coherente contra el abatimiento que han venido sembrando y elaborar una propuesta creíble para las mayorías que esperan un cambio. De lo contrario, continuará la travesía en el desierto hacia la más absoluta irrelevancia política.
@jeanmaninat