El proceso de José Gregorio Hernández suma 70 años en espera de la aprobación de un milagro por el Vaticano. Mañana se cumplirán dos meses de la entrega del dossier del reciente caso que podría finalmente llevarlo a los altares patrios.
Venezuela comenzó a rendir culto en sus altares católicos a uno de sus hijos desde el 7 de mayo de 1995. La monja aragüeña Laura Evangelista Alvarado Cardozo, conocida como Madre María de San José, fue declarada beata por Juan Pablo II la mañana de ese domingo en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
Se convirtió en la primera feligresa nacido en esta tierra cuyas virtudes fueron certificadas por el Papa. Le siguieron 13 y 24 años después las monjas Madre Candelaria de San José y la Madre Carmen Rendiles, respectivamente. Mientras tanto, el médico trujillano José Gregorio Hernández sigue en cola esperando, aunque su proceso comenzó varias décadas antes.
La causa de beatificación de la fundadora de la congregación venezolana Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, nacida en Choroní, comenzó el 9 de octubre de 1978, por la diócesis de Maracay, a los 11 años de su muerte, en la capital aragüeña. Unos 17 años después se logró el decreto papal a favor de la religiosa, por el milagro realizado en 1982 a la también religiosa Teresa Silva, quien caminó tras curarse de una severa orteartrosis que padeció durante más de cinco lustros.
Trece años después de la histórica ceremonia de la elevación a los altares patrios de la primera monja, los católicos venezolanos volvieron a vibrar con la beatificación de la Madre Candelaria de San José. El proceso diocesano de Susana Paz Castillo Ramírez, la monja guariqueña nacida en Altagracia de Orituco que fundó las Hermana Carmelitas Venezolanas, o Carmelitas de la Madre Candelaria, lo inició la arquidiócesis de Caracas en 1969, cuatro décadas después de su fallecimiento en Cumaná.
El milagro realizado a Rafaela Meza de Bermúdez en Altagracia de Orituco, a quien le fue diagnosticado un embarazo de alto riesgo por insuficiencia cardiaca, anemia y preclampsia aunado a la ausencia de actividad en el corazón del feto en la semana 29 de gestación, que le permitió, por su intercesión, traer al mundo a Milagros Candelaria, convenció al Vaticano para la declaración de beata, 39 años después del arranque del proceso. La ceremonia tuvo lugar, el domingo 27 de abril de 2008, en el estadio universitario de la UCV, en la capital del país.
Transcurrieron diez años para que los venezolanos volvieran a alegrarse por el mismo motivo. El sábado 16 de junio de 2018 le tocó el turno a la tercera religiosa, la Madre Carmen Rendiles, en el recinto deportivo caraqueño.
El 9 de marzo de 1995, la arquidiócesis de Caracas abrió su proceso diocesano, 28 años tras su muerte en su Caracas natal, que culminó, 17 años después, con la aprobación del milagro realizado a su paisana la cirujana Trinitte Durán de Branger, a quien sanó del brazo derecho inmovilizado y adolorido, dos meses después de recibir una descarga eléctrica.
El proceso de José Gregorio Hernández lo inició también la arquidiócesis de Caracas, bajo la guía de monseñor Lucas Guillermo Castillo, en 1949, casi 45 años antes del de Madre Carmen, 30 años antes del de la Madre María de San José y 20 años antes del de Candelaria de San José. Incluso, se comenzó a gestar 70 años antes del inicio de la instrucción diocesana de un segundo presunto milagro que podría llevar a la canonización de Madre Carmen Rendiles, que inició la jurisdicción de Caracas este sábado 2 de marzo, con la constitución del tribunal eclesiástico.
Poco tiempo después, monseñor Rafael Arias Blanco entregó los recaudos del proceso diocesano al Vaticano, que nombró al padre Carlos Miccinelli como postulador general y éste designó a monseñor José Rincón Bonilla como vicepostulador en Venezuela, según señala el historiador David Chacón Rodríguez en su blog Venezuela de Antaño, “Con el tiempo estas actuaciones decayeron hasta que el 10 de enero de 1957, se reanudan de nuevo las investigaciones; y en 1961, se realizó en Caracas un proceso diocesano”, añade.
Desde sus inicios la causa del también científico y profesor trujillano estuvo signada por el retraso. Comenzó tres décadas después de su muerte, por su fama de santidad, y fue en 1972, 33 años después, cuando fue proclamado Siervo de Dios.
Hasta ahora, cuando han pasado 70 años, se ha logrado solo llegar al segundo paso, la declaración de Venerable, el 16 de enero de 1986, por Juan Pablo II. Falta aprobar un milagro, aun cuando son miles y miles de presuntos hechos milagrosos que pregonan sus paisanos y de otras tierras por su intercesión.
Ya en febrero de 2000, monseñor Ignacio Velasco, como arzobispo de Caracas, en una exhortación a pedir la intercesión del Venerable y orar por el logro de su beatificación, señalaba: “Solo lo distancia de la beatificación y, por lo tanto, de la posibilidad de rendirle culto en los altares, la comprobación de un milagro”.
Unos 12 años más tarde, su sucesor, el cardenal Jorge Urosa Savino, quien se había desempeñado como vicepostulador de la causa en los años 80, cuando era obispo auxiliar, emitió una Carta Pastoral en la que invitaba a la feligresía a unir esfuerzos para encontrar finalmente el tan esperado milagro. “Es un anhelo para todos los venezolanos la beatificación de José Gregorio Hernández (…) Deben documentarse bien esos milagros, con los exámenes de salud, si es al respecto de eso que el Venerable concedió un favor o promesa”, instaba.
Informaba en el documento que en Caracas se llevaron a cabo dos procesos de posibles milagros: en 1986 y en 2009. “Lamentablemente, no cumplieron las exigencias requeridas por esa Congregación para ser reconocidos como auténticos milagros”.
De esos dos casos comentó después a la prensa, en abril de 2014, monseñor Fernando Castro, obispo auxiliar de Caracas y vicepostulador de la causa desde 2011, a propósito del aniversario 150 del natalicio del laico nacido en 1864. “Después de rigurosas evaluaciones, las comisiones médicas del Vaticano los rechazaron por considerar que las curaciones, por otra parte sorprendentes, podían haberse dado por causas naturales o como consecuencia del tratamiento médico que se aplicó”.
Aseguraba que “no mucha gente ha dejado por escrito el testimonio de un favor y eso es un gran error. Hay que escribirlo, hay que entregarlo al párroco de la iglesia más cercana o hacerlo llegar a la vicepostulación. Hay que dejar constancia de lo que ha pasado, porque de allí es de donde puede salir la confirmación del milagro que estamos esperando. De esos testimonios que se dejen por escrito, un porcentaje deberá ser evaluado”,
Sin embargo, aseveraba Castro que la oficina de la causa, ubicada en la iglesia La Candelaria, en Caracas, donde reposan los restos de Hernández, había recibido durante 2013 unos 234 testimonios llegados de todo el país e incluso de otras naciones, como Tailandia, Filipinas, Colombia y Alemania. Constituía un récord dentro de la recopilación de información. La promoción de la proclamación como beato del médico que falleció a los 55 años en Caracas, en 1919, tras ser arrollado por un vehículo, era uno de los objetivos de la comisión interdisciplinaria creada por el Episcopado para la ocasión
Descartaba monseñor Castro que la meta había sido obstaculizada por el uso que se le da a la imagen de Hernández en cultos no católicos, como la santería, o en ritos de magia negra, así como tampoco al hecho de ser seglar.
El pasado enero, monseñor Tulio Ramírez, obispo auxiliar de Caracas y actual vicepostulador de la causa desde hace tres años, precisó a PANORAMA que fueron tres los últimos casos que no prosperaron en su instruccíón diocesana recientemente porque fueron desestimados por un perito médico del Vaticano: uno en 2017 y dos en 2018.
La causa contaba con el fraile lasallista Rodolfo Neoli como postulador desde 2010. Y había tenido como vicepostuladores a los sacerdotes Rafael Conde, hoy obispo de Maracay; y Alejandro López Cardinale; sustituido después por monseñor Jorge Luis Villasmil, cuando era obispo de Trujillo.
Meoli, según disposiciones de la Santa Sede, cesó en su cargo al cumplir 80 años, ante lo que el 13 de diciembre del año pasado, a petición de la arquidiócesis de Caracas, bajo la administración apostólica del cardenal Baltazar Porras, el Vaticano designó a la abogada argentina italiana Silvia Correale como nueva postuladora. Inmediatamente, se inició la instrucción diocesana del presunto milagro realizado a la niña guariqueña Yulexy Solórzano Ortega en San Fernando de Apure el 10 de marzo de 2017, tras recibir una balazo en la cabeza en Mangas Coveras cuando delincuentes intentaron robarle la moto a su papá, con la constitución del tribunal eclesiástico en la capital apureña el pasado 18 de diciembre.
El expediente con los testimonios y pruebas médicas recolectadas por el tribunal en tan solo 24 días, entre Apure y Guárico, fue entregado el 18 de enero por el cardenal Porras a la Congregacíón para la Causa de los Santos, que lo revisa desde 31 de enero, Se espera por el decreto de validez jurídica que le permitirá su pase a la evaluación por médicos, teólogos, y cardenales y obispos, para que, tras su aprobación, el papa Francisco convierta al Venerable en el primer hombre y laico venezolano en recibir culto público en las iglesias locales, como ansía toda Venezuela.