Guárico.- Continuamos publicando la historia de familias de Valle de la Pascua, sin que la condición económica, cultural o social de cada una determine el mérito para hacerlo.
Lo que vale en el caso son los méritos acumulados por cada una en la formación de los hijos y del hogar propiamente dicho, de cara a la sociedad local y nacional.
En esta ocasión nos vamos a ocupar de la señora Juana Francisca Díaz Machuca, a quien sus catorce hijos rinden honor por sus sacrificios para criarlos y educarlos, a pesar de su escasez económica.
La doña, sin profesión alguna, pero con buena voluntad para obtener dignamente lo necesario para alimentar, vestir y educar a sus muchachos, logró la meta deseada: hizo profesionales de toga y birrete a muchos de ellos. Y a los que no, los formó como buenos ciudadanos con amor al trabajo y principios morales.
Una de sus hijas, de nombre Aixa Díaz, quien es TSU y Contadora Pública y desempeña un cargo ejecutivo en las empresas de Omar Camero Zamora en Valle de la Pascua, nos hizo llegar una información completa sobre esta familia, la cual publicamos complacidos, extendiendo nuestra felicitación a doña Juana y a su numerosa prole.
Esta abnegada mujer, entre otras cosas, se ocupaba de tejer alpargatas y hacer arepitas rellenas, coser batas de trozos de tela que los hijos salían a vender a bolívares quince cada una, de los cuales diez (10) se los mandaba a los que tenía en las universidades y los cinco (5) restantes eran utilizados para reponer los retazos de telas para hacer nuevas batas.
Esta mujer trabajaba y pensaba, los gastos de sus hijos en sus estudios eran superiores a lo que ella obtenía, con sus alpargatas, arepita y las batas que hacía. Se le ocurrió un día escribirle cartas al Presidente de la República solicitándole becas que permitieran a sus hijos completar sus gastos universitarios y obtuvo respuesta favorable, después de varias cartas que ella misma redactaba, con su puño y letra, plagadas de errores ortográficos, pero cargadas de fe.
Los muchachos respondieron, que era el mejor reconocimiento y homenaje a su buena madre, a quien Dios le siga dando vida para que siga comiendo de las maduras, que el tiempo de las verdes ya pasaron. ¡Que feliz debe sentirse esta señora viendo el fruto de sus esfuerzos, sabiendo que no aró en el mar.¡ Y qué orgullosos de ella deben sentirse esos hijos, casi todos profesionales de la República .
Aixa nos hizo llegar una relación de esa nutrida prole, creemos que por orden de edad:
Aquiles Antonio (Br. En ciencias y operador de maquinarias pesadas,(+)).
Carlos Rafael (sargento primero de tránsito terrestre).
Concepción (maestra normalista y posteriormente profesora en educación integral, mención lengua, con post grado en docencia universitaria).
Héctor Ramón (TSU en Administración (mercadeo).
Freddy Oliver (médico gastroenterólogo, graduado en la Universidad Central y con post grado en el hospital militar.
Juan Bautista ( profesor de inglés con post grado en gerencia educativa.
Yanis Aracelis (profesora en química).
Carlos Eduardo ( Br. en ciencias y comerciante independiente),.
Renis (profesor en matemáticas, UPEL Maracay).
Arquímedes (abogado egresado de la Universidad Santa María;.
Oswaldo José (TSU en informática).
Aixa Geconda (TSU en Pecuario y Contador Público ).
Rubén Adolfo (ingeniero civil, egresado de la Universidad Santa María).
José Luis (TSU en informática).
Todos ellos con sus hogares bien formados. Y también tiene nietos graduados, tales como: Nanguicy (profesora), Aquiles (TSU), Aquiles Antonio (TSU) Jean Carlos (ingeniero en computación; Yesenia, ingeniera petrolera; Wuoderfig, distinguido en la marina mercante; Romina Carolina, licenciada en Administración: Cristian Adonis (TSU del gas).
Anécdotas importantes:
La anécdota que Aixa nos cuenta de cómo sorteaban las limitaciones que tenían para estudiar ella y sus hermanos, es algo que merece detenerse para aplaudir a quienes se sobrepusieron a esas adversidades.
Resulta que la madre, cuando llegaban a la casa los que estudiaban en el turno de la mañana le decía que tuvieran cuidado de no ensuciar el uniforme escolar al quitárselo, porque los que recibían clases en el turno de la tarde tenían que llevarlos limpiecitos a la escuela. Como no eran del mismo tamaño algunos recogían los ruedos a los pantalones.
Figúrense cómo hacían para repartirse la comida. Agrega Aixa que su madre crió a sus hijos como una guerrera, luchadora incansable que buscaba la alimentación, el calzado, los medicamentos, los estudios y la formación moral, con amor a Dios y al prójimo.
Entre sus frases diarias repetía: “estudien, mis hijos, que ésa es la única herencia que les voy a dejar”. Doña Juana solo sabía medio leer y escribir, sumar y restar; con esfuerzo aprendió a multiplicar y dividir, y sacaba los porcentajes como nadie, todo mentalmente, sin tomar un lápiz.
Les hacía a los hijos ejercicios de suma, resta y multiplicación con la mente para que practicaran con ella. “Nuestros amigos de juegos- dice Aixa- eran nuestros propios hermanos, y ella se disfrazaba para jugar a la vieja torototi.
El amor, la alegría y la amistad fueron su manjar para la familia, inolvidable como ninguna.”
Doña Juana se unió espiritualmente con Carlos Antonio Machado, conocido como “El Maestro Machado”, albañil y marmolero de profesión, propietario de la Marmolería Machado que todos recordamos en la calle Shetino. De esa unión nacieron los catorce hijos de quienes les hablamos
Anteriormente: once varones y tres hembras. Ella, sin embargo, hizo el papel de madre y padre.
Los sufrimientos acabaron, sus sueños se cumplieron, sus hijos respondieron y premiaron sus sacrificios. Dios la bendice y las madres de hoy la ven como ejemplo. Y que los muchachos de hoy vean a los hijos de doña Juana como ejemplo a seguir.
*Trabajo periodístico que publicado en el periódico “EL REPORTERO” hace 10 años.
Misael Flores