JUEVES SANTO / Se celebra el nacimiento de la iglesia y se oficializa el sacerdocio

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Lavado de pies
Imagen referencial / Cortesía

Caracas.- El cura Reinaldo Trejo señaló que este día es muy importante para la iglesia porque se celebra la institucionalización de la iglesia: “En este día se institucionalizan la eucaristía y el sacerdocio. Sin cura no hay misa, no hay misa sin cura. El Jueves Santo es muy especial para nosotros pues es el nacimiento de la iglesia, en el que se oficializa el sacerdocio”.

Trejo mencionó los actos que realizan feligreses en conmemoración de la Semana Mayor.

El lavado de pies entre los feligreses para demostrar el reconocimiento y amor de unos a otros también se practica durante el Jueves Santo: “El mandamiento del amor, se celebra el amor al prójimo”, refirió Trejo.

“Estas conmemoraciones son el recuerdo intacto de nuestro señor Jesucristo ese momento en que se le sigue siendo fiel y lo que él hizo”, subrayó el cura.

Pescado a la carta

Durante la Semana Santa, creyentes no consumen carnes rojas porque para ellos representa la carne de Cristo. En el menú diario, para los más devotos, el pescado es parte del plato como símbolo de reconocimiento de la vida de Jesús, cuando milagrosamente multiplicó los panes y los peces, de acuerdo con el evangelio de Mateo.

La Última Cena

El primer día de la Fiesta de Pascua fue testigo de la confesión de Judas. Sentados durante la Última Cena recordó el episodio amargo de su entrega y dijo: “De cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar. El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar”.

Cada uno de los discípulos preguntó: ¿Soy yo, señor?

Solamente a Judas le respondió: Tú lo has dicho.

De acuerdo con las antiguas escrituras, Jesús agarró el pan, lo partió y lo repartió entre sus discípulos: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”, dijo.

Luego, sigue el evangelio de Juan, también les habría ofrecido vino, que tomarían de la misma copa refiriendo que representaba su sangre y que beberla le perdonaría de los pecados: “Bebed de ella todos porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es por muchos es derramada para remisión de los pecados”, esbozó.

“Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi padre”, agregó.

Esta escena es practicada durante la misa actualmente. 

Jesús y los discípulos llevaron camino hasta el jardín Getsemaní, sitio donde se reunían a rezar. Le dijo que le esperaran, mientras él oraba aparte, pero tomó a Pedro y a otros dos discípulos, la tristeza y la angustia invadieron su espíritu, según el evangelista: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte, quedaos aquí y velad conmigo”.

Se apartó un poco, se postró sobre su rostro y le suplicó a Dios que se hiciera su voluntad: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres”.

Los discípulos no aguantaron el cansancio y se durmieron, se dirigió a Pedro diciéndole: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?, Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.

Oró en total tres veces y en cada una encontró a los apóstoles dormidos.

En la última ocasión les dijo: “Dormid ya y descansad”.

Habría llegado la hora de la traición en la que Judas le besaría en señal de identificarlo como ese falso profeta que la iglesia buscaba.

Hombres armados y sacerdotes aprehendieron a Jesús, uno de sus discípulos agredió a uno del clero, cortándole una oreja.

Jesús le reprendió: “Vuelve la espada a tu lugar, porque todos los que tomen espada a espada padecerán”.

Todos los discípulos huyeron.

Panorama

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