Junior Paradas / El salario venezolano en dos tiempos: Dignidad y hambre

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Foto referencial

Hacer un recuento sucinto de lo que ha sido el comportamiento del salario venezolano durante la Revolución Bolivariana, es, si quiere una necesidad actual, a fin de establecer un patrón de comparación en dos tiempos que han marcado el proceso político que, desde el día 6 de diciembre de 1998 vive nuestra patria.

Junior Paradas

Para el inicio de la revolución el salario del trabajador venezolano se ubicaba en cien bolívares. Con la entrada en vigencia de la nueva Constitución se estableció el valor de la cesta básica como patrón referencial para el ajuste del Salario Mínimo Nacional, que con algunas oscilaciones, desde el año 2000 y hasta el año 2012, se mantuvo ajustado a los estándares de esa referencia comercial.

Ahora bien, desde el año 2013, se inició un progresivo y vertiginoso deterioro del valor del salario mínimo nacional. El ritmo de ajuste que durante doce años había mantenido este patrón de riqueza nacional, se vio desequilibrado con los repentinos aumentos, que provocaron inversamente a sus fines, el deterioro de la calidad de vida del trabajador y su entorno familiar.

Respecto de ello conviene destacar, que durante el período de gobernabilidad del presidente Hugo Chávez, el salario tuvo como propósito esencial, dignificar la vida de los trabajadores y su núcleo familiar; proporcionar prosperidad en la masa trabajadora, establecer una justa distribución de la riqueza generada con ocasión del trabajo, estimular el ahorro familiar y generar la acumulación de riqueza nacional, y en consecuencia, maximizar la capacidad de producción de bienes y servicios que la población venezolana requería para su elevación social.

Así pues, cada aumento salarial era un hecho no solo esperado por los trabajadores y empleadores del país, sino que plácidamente era recibido por los sectores que conforman el hecho social del trabajo en Venezuela; en virtud de que el salario venezolano se reputaba entre uno de los salarios más elevado del continente, pues, para el último aumento del año 2012, se ubicó el salario mínimo en Bs. 2.047,52, equiparándose a 325 dólares mensual.

La tasa de cambio para referencial el valor nominal del salario, era de 6,30 bolívares por dólar, lo que es igual a 10,83 dólares por jornada de trabajo que le proporcionaba un sustancioso valor transaccional al salario venezolano, en razón de lo cual le permitía al trabajador adquirir bienes y servicios de consumo y mantener la disposición del ahorro familiar, que actualmente corresponde a una triste y melancólica reminiscencia del ayer, más allá de ubicarse actualmente en Bs. 3.000.000,00 mensual el salario mínimo nacional, es decir, 1.465,18 veces el valor del último salario del año 2012.

Con la asunción a la Presidencia de la República de Nicolás Maduro, las finalidades que informan el salario venezolano quedaron suprimidas en el elenco de los derechos inutilizados ante la vorágine del mercado que galopa libremente sin la imposición de medidas que regulen la especulación y la usura en la fijación del precio de los productos y servicios de consumo.

El salario en tiempos de Nicolás Maduro significa una vergüenza nacional, que en palabras de Carlos Marx, es “un salario de hambre”, que los propios actores del hecho social del trabajo venezolano llaman “salario de miseria”. Un salario respecto del cual los trabajadores no anhelan la reposición de su valor real, ni reciben con agrado sus ajustes, debido a que, tras cada revaluación salarial se disparan repetidos incrementos inalcanzables en los precios de los bienes y servicios de consumo que degüellan cada ajuste salarial antes de ser decretado.

A mayor abundancia pedagógica conviene significar el crecimiento del salario real que en economías tan inestables como la nuestra; si el salario nominal no es actualizado periódicamente, la economía inflacionaria erosiona su valor real. En consecuencia, la reposición del valor real, por ende, no significa aumento salarial.

De aquí proviene la distinción entre reajuste del salario, reposición del salario real y el aumento real del salario que en Venezuela hemos experimentado en los últimos seis años, no como un aumento real del salario, ni como ajustes de los haberes salariales, sino más bien, como la reposición desesperada del valor salarial erosionado por la imparable inflación que se consume  el valor de su reposición, antes de la entrada en vigencia de cada ajuste.

Actualmente el salario mínimo nacional está ajustado en tres millones de bolívares, es decir, 0,78 dólares mensuales y 0,026 dólares por día. A contrapelo de ello, el cartón de huevos tiene un costo de siete millones de bolívares, es decir, dos veces punto treinta y tres el valor del salario mínimo nacional; el kilo de queso se ubica en ocho millones de bolívares, el kilo de carne pasa los seis millones de bolívares, el kilo de arroz se equipara al valor nominal del salario mínimo, el kilo de pasta supera el valor transaccional del salario, el precio de la harina precocida se ubica en los mercados, por encima de un millón de bolívares.

El kilo de pollo supera el valor salarial, los medicamentos todos superan el valor comercial del salario mínimo, un jabón de panela supera el salario mínimo, el kilo de detergente supera los cuatro salarios mínimos, la crema dental, prestobarbas, shampoo; antitranspirantes y el papel higiénico superan cada uno el salario mínimo, las toallas sanitarias y pañales para niños con creces superan el salario mínimo;.

El kilo de café se reputa por encima de los treinta millones de bolívares; el canon de arrendamiento de viviendas o habitaciones se computa aproximadamente entre cinco y diez salarios mínimos mensual, los calzados se comercializan por encima de cuarenta millones de bolívares, la ropa supera los veinte millones de bolívares la prenda más económica; la compra de casa se comercializa en dorales al igual que los vehículos, cuyos costos mínimos superan los dos mil dólares, equivalentes a más de siete mil millones de bolívares, sueños y anhelos que ya no podrán ser materializados bajo el esfuerzo del salario mínimo a razón de 0,026 dólares por jornada de trabajo, y así cada producto, cada bien, y cada servicio que el trabajador o la familia venezolana necesite.

Ahora bien, ante esa realidad, y ante la anunciada y aupada entrada en vigencia de la reconversión monetaria el próximo 20 de agosto 2018, se hace necesario exceptuar de tal régimen el salario mínimo nacional; es decir, que el salario no puede ser objeto de la aplicación de la reconversión monetaria, para proteger el valor riqueza salarial.

¿Qué significa para la población venezolana exceptuar de la aplicación del nuevo cono monetario al salario mínimo actual?, inexorablemente que constituye la generación de riqueza nacional, una elevada actividad comercial desplegada en aras de cubrir la constelación de necesidades acumuladas que durante estos cinco años y ocho meses se han sobrepuesto al salario de hambre que ha caracterizado en la gestión madurista el salario mínimo nacional.

Pero esta medida gubernamental no puede coexistir sola con la aplicación de la reconversión monetaria. Para ello, deben establecerse medidas que aseguren la reactivación del aparato productivo nacional urgente; la relación directa entre el industrial y comerciante terminal a través de códigos o cupos asignados por medio de los cuales le sean despachados sus pedidos sin la encarecida concurrencia de los intermediarios; la fijación de precios en cada producto a partir de la sinceración de los costos de producción, la puesta en marcha en forma permanente y no mediática o populista de los planes de control, fiscalización, supervisión y sanciones; regulación y normalización de toda persona dedicada a la actividad comercial.

Se requiere planificación y financiamiento oportuno de los planes agrícolas y pecuarios; generar ambientes de seguridad jurídica para los empresarios, comerciantes y productores agrícolas y pecuarios, estimular el financiamiento del Estado y del sector bancario para la reactivación del aparato productivo nacional, controlar la inflación para sustanciar la riqueza nacional, y finalmente, remover toda la estructura gubernamental que durante veinte años ha estado al frente de la política y el gobierno nacional, para darle oportunidades a otros venezolanos PENSAR LA PATRIA, con el grado de amor que lo está requiriendo nuestra amada Venezuela.

El SALARIO VENEZOLANO EN DOS TIEMPOS, permite comprender la realidad nacional para asumir que ciertamente atravesamos una aguda crisis integral, en la que, el salario ya no es la referencia para determinar el comportamiento de cada actividad económica y social de nuestra sociedad. Ello debe concertarnos en un medular acuerdo a partir del cual podamos revertir la realidad que vivimos y acuñar estabilidad transaccional y nominal al salario mínimo como referencia nacional para la fijación del costo de los bienes y servicios de consumo que requerimos como sociedad.

Si el salario mínimo no es suficiente para cubrir las necesidades esenciales del ser humano, de nada vale trabajar; de nada sirve vender la fuerza productiva de cada trabajador, si el resultado de su esfuerzo no le alcanza para alimentar a su propia familia, no tiene significancia el trabajo como hecho humano. La suficiencia del salario tiene consigo dignificar la vida del trabajador y la de su entorno social. Presidente Maduro, el valor de la cesta básica es la referencia para fijar el salario mínimo tal como lo informa nuestra Constitución Nacional y no la supuesta guerra económica. El trabajo es uno de los procesos para alcanzar los fines del Estado y materializar el desarrollo general. 

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