Guárico.- El pasado 23 de Enero 2019, insurgió de la oposición un cisne negro, tras la ignorancia supina del Sistema Político Institucional se auto-proclamó presidente interino de Venezuela.
Siete meses después, el cisne negro aun jode libremente por las calles del país, ofreciendo invasión militar, pidiendo el decreto de sanciones económicas contra la Patria, exigiendo la confiscación de bienes y riquezas del país en el exterior, solicitando el bloqueo de las cuentas extranjeras de las instituciones del Estado Venezolano a través de las cuales se pagan los compromisos en el exterior, se compran las medicinas, los alimentos, las materias primas requeridas en nuestro país, se pagan las operaciones de alto riesgo para los niños, implora el asedio contra el país y participa en el llamado extranjero de un estado fallido, para referirse a nuestra Patria.
Así mismo, se ha abrogado la administración de cuantiosas riquezas del país, ha recibido financiamiento a nombre de Venezuela, comprometiendo grave y peligrosamente la soberanía de nuestra Patria.
Ha puesto en marcha ataques de violación contra la seguridad del país, intentona de golpes de Estado, pide la intervención contra el pueblo nuestro y por último aprobó la reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca, cuya finalidad es garantizar justificadamente la intervención extranjera en la salida forzada del actual gobierno.
A ese respecto, el diario estadounidense, El Nuevo Herald, titula tal aprobación como: «Asamblea de Venezuela abre la puerta a una intervención militar extranjera».
La mediática internacional reconoce que la intención de estas acciones es la deposición forzada de Maduro como Presidente a través de la incursión de fuerzas extranjeras en la soberanía de nuestra Patria, sin considerar el daño que tales acciones puedan generar contra la población y la institucionalidad establecida en el país.
Tras considerar las consecuencias de acciones bélicas vertidas contra la Patria nuestra, los resultados inexorables serian de mucho terror, basta referir los casos recientes de Libia, Irak, Afganistan y en plena marcha lo que está ocurriendo en Siria, precedentes de una historia en pleno acontecimiento que causa tristeza y dolor tras la desbastada realidad en la que hoy viven esas naciones, tras el olvido de sus propios criminales internacionales.
Ante la combinación de esos hechos, cabe preguntarse ¿por qué Juan Guaidó, no está preso? ¿Qué oculta el gobierno tras permitir tanta incertidumbre por parte de este seudo político? ¿Por qué el Ministerio Público no ha solicitado orden de aprehensión contra Juan Guaidó? ¿A quienes beneficia los desmanes contra la seguridad de la Patria que le proporciona el cisne negro llamado Juan guaidó?
Preguntas que hacen siete meses todos queremos saber y nadie responde a nombre del Estado venezolano; más sin embargo y sin temor a equívocos, las acciones de Juan Guaidó se alejan de lo político para adentrarse al mundo del terror contra el país, por cuyos cargos debe ser procesado ante la justicia venezolana, en virtud que el llamado a la intervención, el asedio al país, el bloqueo económico y financiero, la confiscación de activos nacionales en el extranjero, el impedimento a la compra de medicinas y alimentos, son sin cortapisas, acciones de terrorismo en su amplia definición.
Pues, se entiende como terrorismo todo lo que genere angustia, riesgo y terror a la población, calificativos presentes en las acciones del guaidoismo, que adicional a todo ello, participa del delito de traición a la Patria, asociación para delinquir y crimines contra los derechos humanos.
La ética de todo político está destinada a luchar junto al pueblo en la solución de sus problemas, a garantizar la seguridad de su patria, a exigir junto a sus electores las atenciones gubernamentales necesarias, a interpretar con precisión las necesidades de la población, a presentar propuestas que apunten a la solución de los males que afectan a la población, ha resolver los problemas que afecten el sistema económico y financiero del país, hacer posible que las políticas sociales amparen a la población vulnerable, a cumplir y hacer cumplir el orden legal establecido y a ser un claro porta voz de la población en la elaboración de las políticas publicas que resuelvan las necesidades sociales, entre otras; pero jamás en la historia, ser traidor a la Patria y menos planificador del terror contra su propio pueblo.
Virtudes que debe exhibir todo sujeto que se dedique a la actividad política y ante la ausencia de las mismas, el poder moral debería de oficio iniciar el enjuiciamiento de los sujetos que usurpen la majestuosidad de la política para proferir el mal contra la población.
Junior Paradas