La relación entre la menstruación y algunos medicamentos para bajar la tensión arterial

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El síndrome premenstrual   fue definido como entidad nosológica  en los años treinta del siglo XX; no obstante,  entre el 30 y 80 % de las mujeres lo padece desde que el mundo es mundo.

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El más aceptado concepto del síndrome premenstrual  por su precisión y laconismo es el siguiente: son los cambios físicos y psíquicos que se producen antes de la menstruación y desaparecen con esta.

Desde tiempos inmemoriales los humanos vieron una acción mágica en la desaparición de los malestares con la menstruación; y entonces llegaron a una conclusión: sangrar es bueno, e inventaron la sangría para democratizar lo que la naturaleza había impuesto sólo a las mujeres. En adelante hasta los hombres debían sangrar al sentirse mal para alcanzar el bienestar.

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La sangría como método terapéutico consiste simplemente en cortar las venas para que salga un poco de sangre. Se empleó en casi todas las enfermedades; pero particularmente resultó muy efectivo en el tratamiento de un mal  denominado “pulso duro” (así era como los médicos antiguos llamaban a la hipertensión arterial).

La sangría fue recomendada y practicada para curar “el pulso fuerte” desde hace casi 3 mil años antes de Cristo. Hipócrates, padre de la Medicina, recurrió a ella. Galeno, el médico que legó su nombre a todos los médicos, también la sugirió.

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La sangría es efectiva en el tratamiento de la tensión alta por una razón obvia: al disminuir el volumen da sangre, baja la tensión arterial.  El método tiene su lógica: si se corta una vena, por la cual brotará sangre, la presión arterial baja por un efecto físico elemental, como cuando un chorro de agua se  debilita si la manguera se rompe en alguna parte.

Recientes investigaciones demuestran que la sangría aplicada en una crisis hipertensiva hace descender la tensión arterial en 10 minutos en 30 mm Hg . El captopril la baja en 20 minutos y en 10 mm Hg.

El destacado médico guariqueño Cecilio Requena padre (1918-1976) aplicó la sangría en varias oportunidades. Mi abuela materna, Matilde Guerra, me contaba que dos de sus hijos eran hipertensos y los curaban “desangrándolos en una ponchera”, por allá en Las Mercedes del Llano en la mitad del siglo XX.

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 De la sangría derivaron, entre otros procedimientos, la hemoterapia, la transfusión sanguínea, la terapia del plasma y la plasmaféresis .Pero eso no es lo que nos ocupa en estos momentos.

La sangría se aplicó cortando las venas, colocando sanguijuelas (gusanos chupadores de sangre: hematófagos) o con inyectadoras.

Digresión: En Rusia se usan ampliamente las sanguijuelas para el tratamiento de muchas enfermedades y en cirugía. En los hospitales de Moscú pude observar su aplicación.

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Dos cosas estaban claras: la primera es que la sangría resultaba efectiva para bajar la tensión arterial; y la segunda es que  ese efecto positivo se debe a que provoca la disminución del volumen sanguíneo.

Entonces ¿cómo disminuimos el volumen sanguíneo sin cortar las venas?

Los laboratorios trabajaban para resolver ese problema. Desde la Edad Media se usaba el mercurio para curar la sífilis, pero sólo en 1919 el estudiante de Medicina Alfred Vogl (1895-1973),  se percató que los sifilíticos tratados con mercurio orinaban más de la cuenta. Había descubierto el primer diurético químico. Pero el mercurio es muy tóxico y por lo tanto su uso limitado.

Pero algo quedó en la mente de los médicos: los diuréticos son los sustitutos de la sangría.

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En 1955 se  sintetizó la clorotiazida, la cual se comercializó en 1957. En un laboratorio norteamericano le agregaron a la clorotiazida unas moléculas de hidrógeno y obtuvieron la hidroclorotiazida (HTC , HCTZ, o HZT), la cual es 15 veces más potente que la clorotiazida y  se usa sola como diurético (antihipertensivo) o acompañada de otro componente. Es común ver, por ejemplo: losartán potásico, 100 mg + HCL, 12, 5 mg.

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En 1963 los alemanes presentaron el más potente de los diuréticos: la furosemida (lasix). Cuando el captopril no surte el efecto deseado en una crisis hipertensiva el médico puede recurrir a la furosemida.  El paciente comienza a orinar, disminuye el volumen sanguíneo y baja la tensión arterial. Además se descubrió que los diuréticos disminuyen el sodio, cuyo efecto hipertensivo ya se había detectado.

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El Dr. Juan Linares dice que por primera vez en la Historia de la Medicina, la tradicional sangría fue reemplazada por una simple inyección endovenosa de furosemida.

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En conclusión cuando usamos un diurético para bajar la tensión arterial debemos agradecerles…a las mujeres.

Edgardo Malaspina

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