Lima. – «La otra pandemia es el desempleo”, alertó la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) en un comunicado de junio del 2020. Días antes, medios locales habían informado sobre despidos masivos en El Comercio y La República, ambos entre los periódicos más importantes de Perú.
En los últimos años, la ANP también ha tenido que interceder ante un canal de televisión con sede en la capital peruana, donde trabajaban periodistas sin contrato alguno, y una radio de alcance nacional, cuyos reporteros y reporteras “tenían casi que mendigar para cobrar su sueldo”, contó la presidenta de la ANP, Zuliana Lainez, a IJNet.
Problemas similares enfrentan México y Argentina, según coincidieron Fernanda Hernández, integrante de la Asamblea de Trabajadores de los Medios de Comunicación contra la Precarización Laboral “ Tenemos que Hablar”; y Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren).
La precarización de la prensa
Uno de los principales problemas laborales es el sueldo. “Los salarios no cubren la canasta básica y [los y las periodistas] tienen que recurrir a dos o tres trabajos”, explicó Gaudensi.
En México, la Asamblea Tenemos que Hablar ha reportado sueldos inferiores a los 200 dólares mensuales. “Vivir con estos sueldos se ha vuelto cada vez más complicado”, dice Hernández.
En Perú, el pluriempleo en el periodismo también es una realidad “porque no llegan a fin de mes con sus ingresos como periodistas”, dijo Lainez.
La presidenta de la ANP explicó que, sobre todo fuera de la capital, los y las periodistas ejercen como docentes o en el área de comunicaciones de alguna empresa pública o privada. A esto se suma que la mayoría, según la ANP, no cuenta con un contrato formal.
“El trabajador o trabajadora de prensa no tiene acceso a los derechos de una persona en una relación [contractual] de dependencia, y esa situación se está extendiendo”, advirtió Gaudensi sobre el caso argentino.
Además, estos factores dificultan la lucha contra la impunidad en los ataques a la prensa, como ocurre en México. “Nadie se hace responsable…, pasó este año con la muerte de un compañero de Michoacán: el gobierno federal salió a decir que no era periodista…, porque además hacia labores de asistencia legal”, contó Hernández.
Los efectos de la covid-19
La pandemia acentuó la precarización laboral. “Nuestros colegas nos decían: a qué empresa le voy a pedir equipos de protección, si yo autogestiono mi trabajo”, contó Lainez sobre el caso peruano.
“Como no tenemos seguridad social, enfermarse de covid-19 era terrible”, agregó Hernández desde México.
La falta de un contrato fijo y salarios bajos ha significado, además, la carencia de acceso a un sistema de pensiones.
En Perú, la ANP contabilizó 199 periodistas fallecidos en la pandemia; de los cuales, la mayoría correspondía al grupo de riesgo: periodistas mayores de 65 años. “Si hubiera tenido jubilación, se hubiera quedado en casa; pero tenían que salir a trabajar porque sino no tenían ingresos”, dijo Lainez.
Aquellos periodistas que pudieron trabajar desde casa enfrentaron otras dificultades.
“En general, las empresas no otorgan las herramientas para trabajar en el hogar”, dijo la secretaria general de Fatpren.
A esto se sumó que “cualquier jefe podía escribir a cualquier hora y había que cortar con eso”, contó Gaudensi. “No tienes horario de entrada ni de salida… El derecho a desconectarse es un sueño para los periodistas”, sostuvo Hernández.
La romantización del periodismo
La precarización laboral en la prensa se ha normalizado, en parte, por la “romantización” del trabajo periodístico, aseguraron Gaudensi, Lainez y Hernández.
Este último lo describe así: “Tienes jornadas esclavizantes, sin días libres, y lo admitimos porque ‘así es el trabajo del periodista’, porque ‘es tu pasión’ y eso contribuye a que nosotros nos autoexplotemos”.
Según Lainez, “la romantización no solo viene de las redacciones, sino desde la facultad, con profesores que te repiten que el periodismo no tiene horarios: estás inobservando el derecho natural al descanso que tenemos como trabajadores”.
En muchos casos, además, las horas extra no son remuneradas. “Es importante ubicarnos en ese lugar: nosotros vendemos nuestra fuerza de trabajo para recibir un salario”, sostuvo Gaudensi.
La presidenta de la ANP sí reconoce que el periodismo no tiene horarios, pero el periodista como trabajador sí debería: “Si quieres cubrir 24 horas de producción informativa, mínimo necesitas tres turnos”.
Para Hernández, además, la falta de descanso afecta el trabajo: “Si no has dormido en 48 horas, es muy posible que cometas un error; no puedes trabajar 24/7 sin que eso cobre factura a la calidad del trabajo”.
A su juicio, los empleadores esperan que el periodista sacrifique su vida familiar, personal y su salud por el periodismo.
Los sindicatos y la prensa
Aunque en Argentina la Fatpren agrupa a más de 25 sindicatos de prensa, la situación es distinta en países como Perú.
“Desde hace tres décadas vivimos sin sindicatos en los medios privados”, dijo Lainez, que además explicó que los intentos por organizar sindicatos en redacciones importantes han resultado en represalias como despidos.
En México, por su parte, la Asamblea Tenemos que Hablar espera formar un sindicato que les permita exigir mejores derechos laborales.
“La lucha sindical se ha estigmatizado mucho… Simplemente buscamos que la ley general del trabajo se respete, se paguen horas extra, se otorgue seguro social y se respeten los horarios de trabajo”, explicó Hernández.
Además, según Lainez, al periodismo “les cuesta muchísimo denunciar” sus condiciones laborales. Aunque la ANP ha ofrecido apoyo legal, “muchos colegas aún tienen la idea de que si se pelean con un medio de comunicación, no conseguirán otras oportunidades”, dijo.
Por eso, para Gaudensi la organización gremial es clave: “cuesta generar la conciencia de que un periodista es un trabajador, y en eso los sindicatos tenemos un rol importante”.
Ernesto Cabra / Foto: Korie Cull / Unsplash