Con los regresos, revivals, y demás calaña siempre cabe el peligro de no sobrevivir a las expectativas creadas. Si tras varios años, una serie que arrastra una gran masa de fans vuelve de forma mediocre, lo paga. Algo así pasó en 2016 con el regreso de “Los Expedientes Secretos X” (“The X-files”), que nos dejó bastante descontentos y decepcionados por lo general.
Pero la audiencia dio su aprobado, y FOX quiso que lo que en principio promocionase como una “serie evento” (y creo además que ellos y Chris Carter no estaban en la misma página) tuviese una nueva temporada. Una nueva tanda de diez episodios en el que nos vuelven a prometer lo más de lo más, la vuelta a la grandeza que alguna vez tuvo el drama sobrenatural, y que, de nuevo, aunque tienen muy buenas intenciones, no logran cumplir del todo con lo prometido.
El final de la temporada anterior de “Los Expedientes Secretos X” fue un desastre. Quizás no tan desastre como los otros cinco episodios, pero sí que daba la impresión de que la exposición mitológica orquestada por Chris Carter se descontrolaba según avanzaba el episodio, por lo general torpe. Así, “Mi lucha III” (“My struggle III“), episodio inaugural de la temporada 11, comienza justo donde nos dejó “Mi lucha II“, ofreciendo algo más sólido y, de algún modo, coherente con el espíritu de la serie.
Chris Carter se pone en el papel de guionista y director de un episodio que reescribe ya no lo hecho en el final de la anterior sino además parte de la mitología de “Los Expedientes Secretos X” a través del Fumador (William B. Davis) y la búsqueda del hijo perdido, William. Si el primer “Mi lucha” se centraba en Mulder (David Duchovny) y el segundo giraba más en torno a Scully (Gillian Anderson), en este tercero tenemos al “Fumador” en su salsa, mezclando su historia, su experiencia con los alienígenas y su preparación para la “transformación” de la humanidad, para el que William es clave.
Pero esto no será la única conspiración, sino que descubrimos que una élite está trabajando en un salvavidas espacial ante el final de la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Es un episodio de revelaciones en los que, como prácticamente todos los episodios “mitológicos” de “Los Expedientes Secretos X“, Mulder y Scully se encuentran como meros peleles yendo de un lado al otro (aunque Dana ha estado la mitad encamada), sin ver venir de dónde les viene todo. Tanto es así que Skinner (Mitch Pileggi) tiene más peso y más acción que los dos protagonistas juntos.
Mentiría si dijera que el regreso de “Los Expedientes Secretos X” ha sido malo. No lo ha sido: es un buen retorno cuyo primer episodio parece se preocupa por arreglar gran parte de la temporada 10 y que reescribe algunas de las cosas que dábamos por ciertas. Es un episodio que, aun sin mucha acción, no deja ni un minuto de descanso y que busca llamar de nuevo la atención del espectador más escéptico con el irregular regreso de la serie en 2016.
¿Estamos ante el camino de redención de “Los Expedientes Secretos X“? Pues todavía es pronto para decirlo, pero en principio la sensación dominante sigue siendo la de que todo nos resulta familiar pero no termina de encajar con la antigua serie. No estoy hablando de nostalgia (que siempre está ahí pero conviene “apagarla“), sino de asuntos más creativos como el planteamiento de las tramas o el tratamiento de los personajes.
Lo que sí que podemos afirmar de esta temporada, que se rumorea podría ser la última tras la marcha de Gillian Anderson, tiene muchos mejores cimientos que la anterior. Parece que esta vez no están tan precipitados y que en algún momento han respirado, reflexionado sobre lo que van a querer ofrecer al público y están haciendo el esfuerzo para que “Los Expedientes Secretos X” nos vuelvan a entusiasmar. De momento siguen teniendo material para hacer muy buen trabajo, veremos si lo logran.
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