El pueblo, ese manoseado y prostituido concepto. El pueblo es la “desamparada familia” en nombre de la cual, quien quiera puede hablar y actuar. El pueblo: masa, chusma, colectivo, gente, tumulto, que marcha sin saberlo, que exige sin pensar y que calla o grita de acuerdo a su convicción.
“El pueblo unido jamás será vencido”, si esto es cierto, estamos vencidos, pues no hay pueblo unido.
“El pueblo arrecho reclama sus derechos”, no estoy seguro si el pueblo está molesto o decepcionado, lo que sí está claro, es que reclama poquitico sus derechos.
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, entonces Dios está casi mudo.
Se quedaron sin pueblo los actos patrios. Fechas como el 19 de Abril, 5 de julio, 24 de julio, 17 de Diciembre eran una fiesta civil en donde gente de pueblo, escuelas y niños disfrutaban de un discurso histórico de algún maestro o personaje.
Hoy solo hay “paradas militares” en estas fechas. Sin pueblo, solo “componentes uniformados”. Ahora son actos militares donde no hay asiento para el pueblo. Ni siquiera el protocolo lo puede llevar un civil, hasta la voz que se escucha anunciados himnos y ofensas florales, perdón “ofrendas”, es la voz de un uniformado.
Se quedaron sin pueblo los discursos, pues ya no hay “Discurso”, esa pieza oratoria, magistral y con elementos que te conectan con el oyente. Solo hay una retahíla de consignas e interpretaciones históricas desde la óptica militar. Ver un orador de orden civil, que no tenga nada que ver con charreteras y cuartel, es más difícil que estirar el salario.
Si hay algo que emocionaba era una celebración de estas, con asientos para el “soberano”, sin castas. Sin franelas iguales. Padres vestían sus hijos y sin estar “obligados” tomaban el transporte público y honraban a la patria con su presencia. Hoy han sido borrados por “componentes adiestrados”.
Se quedaron sin pueblo los partidos de oposición, pues a sus actos, eventos y marchas solo van los mismos de siempre: dirigentes de partidos, militantes de partidos, activistas de oposición, familiares de estos y radicales por iniciativa propia. No se trata de menospreciar o invalidar estas actividades, siento profundo respeto por ellas.
Se quedaron sin pueblo las tarimas. La frase “Aquí manda el pueblo” es una gran mentira, la guerra de los “codazos continua”, la desesperación por salir en la foto, tomar el micrófono y hacerse un salfie, es un mal que afecta a las tarimas tanto del gobierno como de la oposición. En ocasiones se parecen tanto, que parecieran tener el mismo “asesor”.
Se quedaron sin pueblo los partidos de izquierda. El respeto que se sentía por organizaciones como el PCV, MAS Y Bandera Roja, se vino a pique. Los viejitos camaradas que honraban al partido comunista hoy reclaman el silencio de estos. Solo están autorizados para “hacer críticas” tres dirigentes nacionales.
Partidos serios, combativos y perseguidos hoy se ubican en el ala del gobierno o en el ala de la oposición, marginados y poco valorados, la lista de su pueblo si se sincera pudiera quedar en blanco.
Se quedaron sin pueblo las asambleas y organizaciones. En el pasado no había nada más originario que una reunión de Asociaciones de vecinos. En mi ciudad era todo un torneo de debates: Los adecos tenia a un profesor respetable llamado Carlos Osio, los copeyanos a una de sus militantes más activas: Antonia Fajardo, hoy en las filas chavistas, y los de izquierda nos ubicábamos con Francisco Saldeño. Todos coincidíamos en los barrios y a nadie se le negaba el micrófono.
Hoy las asambleas desaparecieron, las asociaciones de vecinos desaparecieron. Los consejos comunales, son sucursales de los Clap, Ubch y cualquier cosa que signifique “gobierno”. Nadie que piense diferente tiene vela en ese entierro.
Se quedaron sin pueblo los terminales pues las personas ya no viajan, aunque el ministro del gobierno muestre supuestas cifras donde en cada puente se movilizan “más de 8 millones de personas”.
Se quedaron sin pueblo las escuelas. Los centros educativos eran un hervidero de padres que proponían y hasta firmaban con el directivo el destino de algunos recursos. Hoy se han ido, y otros, han sido “echados” por críticos o preguntones.
Se quedaron sin pueblo los conciertos de las pocas bandas y orquestas que aún quedan. Grande es el esfuerzo que hacen para presentarse y poco es el aplauso que reciben.
Se quedaron sin pueblo los locos e indigentes, hoy se mueren de mengua en la puerta de un hospital. “Ignacia”, “Cayetano” y todos nuestros loquitos amados recibían cariño y algo de comer, hoy no hay pueblo que los vea.
Y finalmente: Se quedaron sin pueblo nuestros pueblos, pues las calles después de las 6 de la tarde están desiertas, ni los espantos salen. Unos se han ido y otros prefieren encerrarse. Es mentira que las calles son del pueblo. Entre huecos, basura y soledad, las calles exigen ser pisadas nuevamente.
El Tubazo Digital / Orlando Medina Bencomo