¿Y ahora qué?, esa parece la pregunta obligada de todos los venezolanos. Ya pasó el 20 de mayo, la supuesta incertidumbre de las elecciones terminó y ahora la preocupación se centra en la economía y en las acciones de la oposición de cara al complejo escenario político que se les avecina. Lo que sí es seguro hoy es que Maduro compró los boletos para estar seis años más en el poder. La combinación de control social y una oposición sin estrategia fortalecen las probabilidades de ese escenario. Imaginar seis años más en el poder de los mismos que nos llevaron a esta crisis es algo muy complejo de asimilar, sobre todo para quienes están pasándola muy mal en la actualidad (que es cerca de 90% de los venezolanos).
Con respecto a la economía, todo apunta a que este mes será de record. El 100% no solamente será alcanzado, seguramente será superado. Una inflación de tres cifras disparará aún más el acumulado de la inflación que padecemos en este país. Pasaremos a una Venezuela donde los precios estarán duplicándose cada tres semanas. En junio seremos la hiperinflación más elevada de la historia de América Latina (los récords de Nicaragua y Bolivia serán convertidos en polvo por la Venezuela madurista-serrano). No es atrevido pensar en una inflación para 2018 de seis cifras. Ante el desastre que algo así implica, la pregunta obligada es: ¿qué piensa hacer el gobierno? ¿La inacción ante tal tragedia será la política económica dominante? ¿Con nuevas sanciones de Estados Unidos, Europa y posiblemente de países de la región cómo puede Venezuela conseguir financiamiento y renegociar su deuda? ¿Qué acciones tomarán los bondholders en los próximos días para intentar cobrarle al Estado venezolano? ¿Cómo piensa el gobierno renegociar su deuda externa si no tiene plan económico que genere confianza y, para remate, no habla del tema?
Por otra parte, tenemos el dilema opositor, con al menos tres grupos. Por un lado, tenemos la oposición democrática, de la cual buena parte llamó a la abstención, pero que luego no comunicó la estrategia a seguir para los próximos días, semanas y meses. Pareciera que perdió por forfait o no supo aprovechar el descontento de 80% que tenía el gobierno antes de las elecciones. Luego tenemos a la oposición “marines”, la cual, a pesar de tener una gran fuerza en las redes sociales, de ser bastante radicales y agresivos en sus planteamientos, apenas llega a 1% en las encuestas y su única estrategia para enfrentar a Maduro es la llegada de marines norteamericanos o una presión internacional intensa que haga renunciar al gobierno en pleno, cosa que se ve difícil y que es una lucha contra el tiempo, teniendo en cuenta que puedan ocurrir cambios políticos en varios países y que con esto varíe la opinión que tengan sobre el gobierno venezolano. La tercera oposición es aquella que está construyendo el gobierno, una que va a Miraflores, defiende la democracia que se vive en el país y lo buen presidente que es Maduro. Al final, la parte de la población opositora al gobierno ha quedado en una suerte de orfandad, de abandono, y lo peor es que son la gran parte de los venezolanos. Esa sensación de desesperanza, tristeza y rabia puede pasar a resignación, a pérdida de confianza. La oposición seria (no la de Twitter) ojalá entienda el momento histórico y reaccione.
El futuro en Venezuela parece ser muy negativo. 2018 será el año de peor comportamiento económico de Venezuela y uno de los peores de país alguno en la historia reciente del mundo. Hiperinflación de seis cifras sumado a recesión de 15%-20%, escasez de productos y una diáspora al ritmo de Siria son posibilidades para el inicio de la Venezuela de 2019.