MANUEL CAMERO / Liliana: El lirio blanco de nuestros amores

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liliana prado

I Cuando nos enteramos del quebrantamiento de la salud de Liliana Prado nos invadió la sorpresa. Ella hermosa siempre, sonriente, delicada, amorosa, servicial, altruista; postrada en una clínica de Caracas, intubada e inconsciente, con algunos de sus hijos fuera del país, en la situación tan compleja y difícil que vivimos todos los venezolanos, pero muy especial el gremio de docentes al que pertenecía; nos embargó la tristeza.

Muchas cosas pasaron por nuestra mente, pero nunca que nuestra Liliana partiría al Edén Eterno. Las redes sociales marcaron tendencia de las expresiones de cariño, afecto, gratitud, solidaridad y oración poniendo su vida en manos de Dios, él nos la dio, él la llamó a su morada celestial. Nos llevó al Lirio blanco de nuestros amores.

II El nombre de Liliana hace alusión a Lirio, que significa pureza, la que es pura. No se equivocaron sus padres, Don Anselmo Prado y Doña Gisela Bolívar, al ofrendarle ese hermoso nombre el día de su nacimiento, un 20 de mayo de 1961, mes primaveral, de lluvias tenues e impetuosas, de verdor y de renacer de la vida.

Liliana fue siempre una mujer pura, haciendo honor a su nombre, un lirio blanco sabanero, quién echara raíces en sus hijos Lilibeht, Liliana, Carlos Enrique y Arianna, sus más hermosos retoños, su vida, sus razones, sus propósitos.

De ella valoro su condición de mujer elevada, de retos y desafíos, segura y muy capaz; formada para hacer, edificar, organizar, sumar y trasformar. Quien es poseedor de este perfil, está llamado a dejar huellas imperecederas en el tiempo. Liliana lo hizo, vivirá para siempre.

III Gracias al hermoso y oportuno gesto de Claribel Ruíz, Fanny Nuzzo y Otilia Deyanira Castillo, entrañables amigas de Liliana y también mías, quienes se dieron a la noble tarea de recopilar información sobre el accionar de Liliana, he podido armar estas notas que escribo con infinito amor y gratitud por ella.

La Escuela Básica Carlos José Bello fue su espacio natural, bien como alumna, Maestra y Directora. Tuve el honor,por sus méritos profesionales, de nombrarla para el ejercicio de ese cargo.

Allí se lució con un excelente desempeño. Ahora, luego de su impronta partida al Edén, puedo constatar lo importante de su gestión, de reconocimiento unánime.

Lo mismo como Directora del Ipasme, donde dejó huellas de su calidad humana y profesional. En Las Damas Azules, Liliana quedó sembrada en el corazón de sus compañeras y en la gratitud de la gente, a quienes sirvió con devoción. Liliana, miles de almas buenas en una sola mujer.

 IV Si Liliana viene de Lirio, su apellido Prado indica un lugar agradable, llano y cubierto de hierbas. En su inmensidad existencial tuvo un corazón preñado de amores, de sentimientos de nobleza, de compromiso con su gente. Todas estas virtudes del alma la hicieron una mujer exquisitamente amiga y una ciudadana ejemplar.

Ella, su propio refugio y refugio para sus grandes amores, sus hijos, su familia, sus amigos y sus grandes propósitos. En cada uno, seguro hay dolor; pero también orgullo y satisfacción de haberla tenido y disfrutado.

 V Ya tendremos oportunidad de lanzar sus cenizas al viento para abonar los prados donde habrán de nacer nuevos lirios que perfumarán nuestra existencia. Allí estará Liliana, por siempre.

Manuel Camero 

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