La cuarentena nos ha llevado a permanecer en la casa. Es de esperarse, que a partir de las 5 pm ya la gran mayoría de los venezolanos hayan llegado a sus techos.
Y justo, casi todos los días, a esa hora entra en cadena Nicolás Maduro a repetir las mismas peroratas.
Este ventajismo electoral me disgusta porque no me permite ver a Kicosis. Pero no me desagrada que repita sus peroratas. Porque después de casi medio siglo de revolución, ya esas ofertas lo que trasmiten es desaliento e indignación. Pues la gran mayoría de los venezolanos están conscientes de que del dicho al hecho hoy existe mucho trecho.
En efecto, llevan años ofreciéndonos amor y lo que han creado es odio; prometieron democracia y lo que han conformado es una dictadura.
Nos han ofertado desarrollo y lo que tenemos hoy es atraso y pobreza. Dicen trabajar para la unidad y lo que prolifera es la división entre los venezolanos.
Nos han hablado de paz y lo que observamos es violencia. Han propuesto participación ciudadana y lo que hay es centralización.
Y esas siguen siendo las ofertas. Pero, ahora el pueblo ya sabe que el camino hacía el infierno está lleno de buenas intenciones.
Hoy, Maduro es rechazado por más del 80% de los venezolanos. Por eso, hace intentos, a través de estas cadenas, de encontrarse con el pueblo, pero continúa trabajando para la soledad.
Las peleas que adelanta contra Trump, la OEA, el Grupo de Lima, el G-4, Colombia y Brasil, a través de la TV, no le interesan a nuestros compatriotas.
La crisis que el madurismo ha creado en nuestra patria es profunda. Ella mantiene en peligro al 96% de los venezolanos que viven en situación de pobreza.
Y esa población, hoy no tiene oídos para escuchar a quien les hablé generalidades sobre la libertad y la democracia (válido para opositores); sólo escucharán a quienes propongan soluciones para estabilizar la inflación, que permita que el dinero nos alcance para comprar los bienes y servicios, y atender las necesidades de salud, esenciales para la vida.
Sólo tendrán oídos para quienes presenten planes destinados a resolver la escasez de agua, gas, electricidad, gasolina, transporte y seguridad. Y en ese terreno, la palabra de Maduro hace tiempo que perdió credibilidad.
Su última propuesta, por el camino que lleva, también quedará en el aire, pues para derrotar las sanciones, no se necesita la Ley Antibloqueo.
Sólo se requiere de rectificación política; sentarse con la Unión Europea que tiene las puertas abiertas para el diálogo; realizar las elecciones parlamentarias con la mayor transparencia.
Dar por terminada las funciones de la ANC. Liberar a todos los presos políticos. Sentarse con los trabajadores, los empresarios, las Iglesias, las academias y los partidos políticos para elaborar un plan económico -social que enfrente la pobreza.
No se necesita ley para reprivatizar, pues así como quien nombra puede sustituir, así también quien estatiza puede privatizar. Y finalmente, debe desmontar la represión, lo único, que con seguridad sabe hacer su gobierno.
Máximo Blanco / Economista guariqueño