Guárico.- Después de seis días desaparecida, el pasado 12 de enero Adelina Gudiño encontró a su hija Milagros Gudiño de rodillas con una soga amarrada en su cuello, dentro de un hospital abandonado en San Juan de los Morros
La joven de 21 años, con condición sordomuda, fue hallada muerta, en la edificación inconclusa y abandonada del Hospital Universitario Che Guevara. En la prolongación de la avenida Brito Figueroa de la capital de Guárico, entre la Universidad Rómulo Gallegos y la antigua Penitenciaria General de Venezuela.
Gudiño pidió justicia a los organismos correspondientes ante lo que ella califica un asesinato: “A mi hija me la mataron y yo quisiera que las autoridades investiguen a fondo y me dieran una buena respuesta”, exhortó.
Milagros desapareció el 6 de enero y después de que sus familiares la buscaran en distintos sectores de San Juan, fue el pasado domingo cuando Adelina y su pareja la encontraron sin vida.
Les negaron apoyo
Luego de solicitar, sin respuesta favorable, el apoyo a funcionarios de la Policía Nacional para ingresar al mencionado hospital inconcluso, acechado por la maleza y la delincuencia, la madre desesperada llegó a la edificación abandonada y observó aquella imagen desgarradora: el cuerpo de su hija, hinchado, estaba inclinado de rodillas con una soga amarrada en su cuello.
Sin autopsia
Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) levantaron el cadáver y lo llevaron directo al cementerio, debido al estado de descomposición en el que estaba. “Allí dijeron que ella murió porque se ahorcó, pero para mí ella no hizo eso”, negó Gudiño.
Seis meses atrás, Gudiño pedía la ayuda del gobierno para adquirir un colchón y medicinas que necesitaba su hija; hoy la madre solo exige justicia por el presunto asesinato de Milagros y prefiere pasar los días fuera de su morada.
Estaba enferma
Explica que su hija padecía esquizofrenia y no contaba con los tratamientos médicos y cuando presentaba alteraciones de conducta se escapaba de la casa, pero luego la encontraban o volvía. Sin embargo, que esta vez no regresó.
“Yo le decía a ella que no saliera, que se quedara conmigo, pero ella cuando tenía esas crisis se iba para la calle. Cada vez que llegaba, venía con dolores y marcas en el cuerpo, me decía que los malos la golpeaban y la maltrataban”, se lamentó Adelina.
En medio del dolor ante la muerte de su hija, Gudiño insiste en que a pesar de su condición, Milagros era incapaz de suicidarse.
Adelina Gudiño vive junto a su pareja en condiciones de pobreza extrema, en una pequeña casa con paredes y techo de zinc, en la comunidad Tierra de Dios de San Juan de los Morros.