Misael Flores: Historia de Valle de La Pascua

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Guárico.- Conocimos a Valle de la Pascua cuando éste era un poblado pequeño, de casas con paredes de barro, y las mejores con techos de tejas. Las demás eran de palma, moriche o de láminas de zinc que comenzaba a regalar el gobierno.

Las calles eran de tierra. Como es obvio, no existían enrejados ni paredones. Alambrados de púa cercaban a las viviendas solariegas, dónde no faltaban las matas de topochos, cambures, merecures, corozos, manirotes y maniritos, carutos y matas de caña.

Las vacas dormían en las calles. Los riquitos tenían corrales de ordeño y vendían la leche a los que no tenían ganado. No había matadero. El consumo de carnes era ocasional, más que todo proveniente de la caza de venados, báquiros, chiguires y otros animales silvestres.

Escasamente se veían policías. Había grandes topochales a orillas del poblado, sobre todo en las vías hacia Mamonal y Corozal. En los solares había gallinas, pavos, guineos, cochinos y palomas caseras.

Había arboledas donde el canto bullicioso de las guacharacas opacaba (en las mañanas y en las tardes) el trinar de las demás aves. Monos y araguatos, en abundancia, se guindaban de los árboles, haciendo todo tipo de morisquetas.

Los venados se veían en manadas en las cercanías. Muchos solares, conocidos como majadas, servían para sembrar maíz, caraotas pintadas y frijoles, además de patillas y auyamas.

 Las gallinas salían a picotear en los maizales, donde eran víctimas de los cunaguaros y de las onzas. También sus pollitos, de los gavilanes. En aquella época había tigres y leones en los alrededores, a los que se le temía.

Se creía mucho en los espantos y se decía que los muertos salían. Las leyendas señalaban que eran almas en pena por cualquiera circunstancia, o que habían dejado fortunas enterradas y necesitaban que alguien las sacara, para descansar en paz.

Las mujeres parían con parteras, y todavía muchos eran enterrados sin urnas. Las fiestas eran tocadas con arpas y cuatro, y en muchas ocasiones solamente con cuatros.

Las bebidas era caña clara y algunas veces, sobre todo en los campos, las fiestas acababan a garrotazos, casi siempre por asunto de mujeres. Los contrapunteadores y las damas eran el centro de ésos bailes rurales.

 Se alumbraban con lámparas de querosén, y en las noches de plenilunio eran los patios las pistas de bailes. En cada caserío había un Comisario que representaba la ley, el cual ayudaba a reclutar a los jóvenes para enviarlos a pagar servicio militar obligatorio.

Las casas de campo, que para esa época eran muchas, guardaban los frijoles y caraotas en tambores, y el maíz en hojas, en trojas, que eran especie de pisos que se hacían con madera, que también eran enormes criaderos de ratones. En cantidad y variedad las culebras abundaban.

Nos estamos refiriendo a la época de la década de los años 40 y parte los 50, cuando la fiebre amarilla diezmaba a la población. Tuve la oportunidad de conocer entonces a gente con paludismo. El chipo estaba en sus mejores momentos. Recordamos las fumigaciones con DDT que eran llevadas a todas las viviendas, que sirvieron para exterminar a los insectos generadores de esas enfermedades.

En los 50 y 60 fue la época de oro de las enfermedades venéreas: gonorrea, sífiles, chanclo y pare usted de contar. Ello indujo a las autoridades sanitarias a obligar a prostitutas (hoy conocidas como trabajadoras sexuales) a controlarse todas las semanas en la Unidad Sanitaria de cada pueblo para poder permanecer y trabajar en los tantos cabaret, sin que la policía las detuviera.

Cuando hablamos de las décadas de los 40 y de los 50 nos estamos refiriendo también a las carreteras de tierra y de granza, cuando los carros casi no existían. Cuando la hoy avenida Rómulo Gallegos se llamaba la calle del ganado, porque por allí pasaban las manadas que eran llevadas a los mataderos de Caracas. Posteriormente “Tachira”.. Eran muy pocas las escuelas primarias. El año 1.946 fue creado y puesto a funcionar el liceo José Gil Fortoul.

Para aquellos años, como no había alumbrado eléctrico, los muchachos estudiaban con lámparas de carburo o de kerosén, siendo por ello que antes se hacía alusión a ello, expresando: “yo me quemé las pestañas para obtener mi título.

Misael Flores

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