Caracas.- Cuando una relación muy importante se rompe, el corazón parece romperse con ella. ¿Quién no ha sufrido algo así alguna vez? Algunas personas sufren este tipo de rupturas durante años, otras sólo un par de meses. ¿Está bien llamarlo mal de amores? “Es un término que linda con lo eufemístico”, opina el terapeuta Günter H. Seidler.
“Las separaciones y los amores desafortunados no sólo pueden desatar una tristeza pasajera, sino realmente hacer que la persona enferme”, advierte el experto. A pesar de eso, muchas personas adultas no atienden su estado como deberían.
Pero no todos reaccionan o viven este tipo de experiencias del mismo modo. Hay quienes intentan esconder los escombros debajo de la alfombra y seguir adelante, pero eso no significa que todo haya pasado. En muchos casos, la procesión va por dentro.
Los especialistas suelen decir que no es bueno intentar hacer la vista gorda cuando uno la está pasando verdaderamente mal. “Los síntomas incluso pueden asemejarse bastante a una depresión”, comenta Elena Sohn, autora de un libro sobre el tema. Los afectados suelen sentir una falta total de perspectivas, decaimiento, insomnio, falta de apetito y desgano.
Lo importante es centrar la mirada en uno y ocuparse de uno mismo. “A muchos les sirve hablar sobre su situación y ver lo que sigue siendo importante en sus vidas”, apunta Sohn. Puede ser que tengan un trabajo que les guste, un hobby o amistades.
¿Y qué se puede hacer cuando nada de eso ayuda? “Algunas personas se ven asaltadas por caudales de recuerdos, reviven constantemente la pérdida y se sienten totalmente impotentes ante esa situación”, dice. En esos casos, nunca está de más buscar ayuda.
El mal de amores no siempre es una sombra que se va expandiendo poco a poco en nuestras vidas. También puede suceder que nos invada un desasosiego tremendo, de un momento para otro, que nos deje de cama. Puede darse algo conocido como el síndrome del broken-heart, que puede darse por ejemplo cuando, después de muchos años de matrimonio, una de las personas muere.
En esa fase aguda, que puede perdurar entre uno y tres días, muchos pacientes desarrollan enfermedades como un edema de pulmón o un shock cardiogénico que afecte la circulación.
Las personas que sufren el síndrome de broken-heart suelen ser tratadas como pacientes que padecen insuficiencia cardíaca.
“A diferencia del infarto, estos pacientes tienen una buena recuperación una vez que se han sobrepuesto de esa fase aguda”, explica el médico consultado. “Después de dos meses pueden estar totalmente sanos otra vez”, indicó.
Con información de la DPA