Orlando Medina Bencomo / He descubierto cómo son mis camaradas

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San Juan de los Morros, sus calles y aceras son recorridas a diario apiesmente por quien esto escribe, jamás he tropezado con un gobernador, ni con un diputado. Desde los tiempos de Rodríguez Sáenz y Modesto Freites no se han vuelto ver gobernadores en nuestras calles, con excepción de Wiliam Lara.

Cinco días a la semana en promedio, abordo unidades del mal llamado transporte público, nunca he visto un concejal montado en uno de estos vehículos.

Frecuentemente visito algún municipio de nuestro inmenso estado, entre huecos y basura, pues todos los municipios “homologaron sus problemas”, no he logrado coincidir con un dirigente del Partido de Gobierno. Ni siquiera los conocen.

Una vez a la semana hago cola en algún banco, humillado y burlado, los pensionados no son los únicos que pasan “roncha”. Nunca jamás he visto a uno de los destacados miembros del Equipo Político del Psuv en una cola esperando su turno para retirar o depositar.

Aunque no se comprar, igual me mandan a hacer mandados en panaderías que no venden pan y carnicerías sin carne, es extraño, mis camaradas tampoco los he visto allí.

Recorro farmacias para comprar pastillas que antes sobraban, la respuesta es la misma. Allí no he visto a mis gobernantes, regionales, municipales  y estadales buscando ni siquiera una pastillita azul.

Tal vez alguno este pensando que lo escrito aquí es un cuestionamiento a nuestros abnegados lideres que se han apartado de sus masas populares, pues no. Luego de un sesudo análisis he llagado a una conclusión:

Mis camaradas y gobernantes son tan trabajadores que no paran, por eso no andan en las calles “manguareando”. Están tan apurados que no esperan transporte, casi que vuelan. Son tan puros que no se enferman. Son tan pobres que no tienen dinero en el banco y son tan sacrificados que no compran comida, ellos esperan su bolsa sin quejarse.

Orlando Medina Bencomo

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2 COMENTARIOS

  1. Amigo Orlando al menos fueron en otrora sus camaradas. Hay quienes como yo el caminar por esas calles lo hace en ausencia sin ni siquiera reconocerse como parte de ellas. Sera que los años nos han vuelto irreconocible, imposible se ha vuelto el no tan fortuito encuentro en la barra asiática. Hay un duro golpe de aislamiento, el que hace la necesidad, los que se van, los que se quedan.

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