Caracas.- Los directivos de los planteles públicos y privados han vivido un segundo lapso accidentado. Las renuncias masivas de docentes los obliga a hacer maromas para no dejar las aulas a la deriva.
Doris Suárez trabaja en un colegio privado en el este de la ciudad, es profesora de Sociales pero le dijeron que ahora, además, tiene que dar Castellano. En la Escuela Básica Nacional Los Salias, las maestras que permanecen en la institución han tenido que asumir asignaturas que no son de su especialidad para llenar los vacíos que dejaron tres docentes.
Mientras la Zona Educativa busca los reemplazos de los profesionales que desertan de las aulas a mitad de año, en algunos planteles oficiales se colocan suplentes y los representantes han asumido el pago de su salario, todo para no dejar a los alumnos huérfanos.
En algunos casos, las escuelas se apoyan en madres de estudiantes (quienes reciben una inducción para encargarse de alguna asignatura) o en profesionales de otras áreas con vocación para enseñar.
Unos 3.500 maestros, de un total de 10 mil, han abandonado en los últimos cinco meses las escuelas de Fe y Alegría en todo el país. Hay renuncias casi todos los días. A los que han optado por dedicarse a otras actividades más rentables se unen los que decidieron emigrar.
Los profesionales de la Educación están buscando nuevas oportunidades en países de la región como Ecuador, “donde llegas y desde el primer día estás trabajando por 1.200 dólares. Te dan un plazo de un año para revalidar el título y aumentar la remuneración a 3 mil dólares. En Perú también están recibiendo a educadores que llegan ganando 2 mil dólares sin necesidad de apostillar el título venezolano”, dijo Fausto Romeo, vocero de la Asociación Nacional de Institutos de Educación Privada (Andiep), seccional Caracas. A su juicio se necesitan 150 mil docentes a escala nacional para todos los niveles, desde preescolar hasta el nivel universitario.
El déficit de educadores se agrava por las condiciones salariales y la falta de incentivos. Los maestros que forman parte de la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC), que incluye a los de Fe y Alegría, no han recibido el pago por ajuste salarial del 17%, se les adeuda los bonos de inicio de año y de uniforme y aguardan por la firma del contrato.
Desde la Federación de Maestros, Orlando Alzuru, considera que la desprotección social es el principal problema que atraviesan los docentes y sus familiares. Solicita al ministerio que reactive el Ipasme para la atención médica de sus afiliados. Otra de las propuestas es que el pago de los educadores se haga en forma semanal y no quincenal para ganarle días a la inflación.
En lo que va de 2018 han renunciado tres profesores de un liceo público en La Pastora. Sus destinos: Chile, Ecuador y Colombia. Un cuarto dejó las aulas para dedicarse al oficio de barbero.
“Lo que está en juego es la calidad educativa. Si el directivo no actúa con diligencia los alumnos se quedan sin clases de manera indefinida. Por la contingencia se traen profesores no graduados”, explica un docente que pidió no ser identificado. Agrega que las áreas críticas son matemática, química, física y biología. Hace dos años se graduó una sola persona en Física en el Pedagógico de Caracas.
El año pasado, con el Plan Chamba Juvenil se estaban formando en cinco semanas a bachilleres con buenas calificaciones para que suplan algunas vacantes de docentes en las escuelas, con lo que habrá estudiantes dándole clases a otros estudiantes.
La crisis por la ausencia de profesionales ha tenido un reflejo en algunos diarios de circulación nacional, donde la Zona Educativa de Miranda ha publicado anuncios solicitando educadores.
La ausencia de transporte (según el gremio están operativas menos de 20% de las busetas) y el aumento del pasaje atenta contra la dinámica escolar. Los docentes solicitan que se active un plan para incrementar las unidades pues los padres deben levantarse hasta dos horas antes para cumplir con el horario de entrada a las aulas. Muchos deben caminar largos trechos o dejan de asistir a los colegios. En algunas instituciones se han flexibilizado las horas de entrada.
Fuente
Delia Meneses
