Caracas.-Algunos de esos docentes se encuentran ejerciendo la enseñanza en la Universidad Monteávila (UMA) de Caracas, una institución educativa privada fundada en 1998 por miembros del Opus Dei. Francisco Febres-Cordero, rector de esa casa de estudios, aseguró que la emigración de universitarios en la UMA es una “cuestión progresiva” por la caída del número de nuevos ingresos y el abandono de jóvenes en las carreras de pre-grado.
Para el rector, el éxodo de estudiantes de la UMA no obedece a la razones económicas debido a que la institución ofrece becas y créditos para sus alumnos, sino a la falta de oportunidades que hay en el país para los estudiantes.
Es por ello que la educación es clave. Según Febres-Cordero la enseñanza es una manera de ofrecer soluciones a las necesidades del país.
Varios egresados de la institución educativa se han convertido en profesores universitarios con un doble propósito: retribuir a Venezuela y a la institución que ofreció las herramientas educativas para convertirse en profesionales.
Entre esos “umaístas” está María Gabriela López-Miota, una licenciada en comunicación social, especialista en comunicación Organizacional de la UMA, MBA en Negocios Internacionales (MIB Trieste School of Management, Italia / Sun Yat Sen University, China), con ocho años de experiencia laboral manejando marcas en empresas de consumo masivo. También es asesora de mercadeo.
Durante este año académico 2017-2018, impartió clases de publicidad y mercadeo a los estudiantes de tercer año de comunicación social y a los estudiantes de quinto año de la misma carrera les daba clases de relaciones internacionales.
Debido a su trayectoria, López-Miota ha tenido la oportunidad de ejercer su carrera en el extranjero. Sin embargo, ella decidió regresar a Venezuela. “Me motivó a regresar a mi país la unión familiar, la solidaridad que tenemos el uno con el otro, la importancia del trabajo en equipo, el reto diario de innovar para solucionar situaciones, la disposición del venezolano a levantarse todos los días a pesar de la situación. No he encontrado lugar en el mundo donde me sienta mejor que en este país” explicó.
Educando con el ejemplo
Francisco Blanco es un profesor de filosofía que califica su apuesta por Venezuela como un acto de vocación. “Es por la naturaleza de mi profesión, más allá del trabajo (…) Yo me encuentro a mí mismo dando clases. Siento que es mi deber como ciudadano, es lo que puedo hacer por el país. No tengo aspiraciones políticas, no ejerzo un liderazgo ciudadano ni apostolado espiritual”.
Graduado como licenciado de educación mención filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Blanco tiene diez años ejerciendo la docencia tanto en los colegios privados y públicos como en la universidad.
“Mi trabajo es dar clases, mi visión sobre mi profesión apunta a eso. Sobretodo donde hace falta que haya personas que quieran a Venezuela y que sean repetidores de eso”.
“Así sea esto se derrumbe, (en Venezuela) hará falta un profesor para construir un nuevo mundo. Se podrán ir muchísimas personas, generar una gran diáspora pero habrán personas que no se podrán ir y necesitan un profesor que los atienda”, añadió Blanco.
Cuando María Gabriela López-Miota regresó el año pasado del país dijo que sintió la necesidad de participar en la reconstrucción de Venezuela. “Ser profesor universitario ha significado para mí la oportunidad de no sólo compartir con otros mis conocimientos sino para dar testimonio día tras día de que aquí todavía hay gente dispuesta a sembrar hoy el mañana”.
“Educando con el ejemplo, siendo feliz y darse cuenta que la felicidad no está en las dificultades económicas sino hacer lo que te gusta. Yo me siento sumamente afortunado de haber escuchado mi vocación, estudiar la carrera y trabajar en ello. Yo estoy sumamente feliz, incluso aquí en Venezuela”, añadió Blanco con firmeza.
Ser agentes de cambio
López-Miota explicó que ser un profesor universitario es un reto diario: la “generación de relevo de profesores en este país necesita una cercanía importante con los alumnos, una educación que trascienda no solo en lo específico de cada materia sino en valores y virtudes”.
Agregó que se debe concienciar el impacto de la misma en todos los niveles y sectores tanto económico como político para lograr la reconstrucción del país.
Esta opinión también es compartida por el rector Febres-Cordero, quien recalcó que debe haber unión entre todos los sectores, para alcanzar una armonía verdadera en el país.
La máxima autoridad de la Universidad Monteávila puso de ejemplo el ámbito de las pasantías – requisito que deben cumplir los estudiantes para obtener su título-. A través de sus prácticas profesionales, los pasantes contribuyen a mantener las operaciones de muchas empresas en el país, afirmó.
El rector también afirmó que varias de estas instituciones han tenido la necesidad de retribuir a los estudiantes con cursos de capacitación que ayudan en su formación profesional.
La Monteávila se expande hacia nuevos horizontes
A pocos meses de cumplir 20 años, la Universidad Monteávila ya se encuentra en una nueva etapa: la construcción de la nueva sede de la casa de estudios.
El edificio estará afincado sobre un terreno de cuarenta hectáreas en el municipio El Hatillo. El pasado 9 de julio se realizó la presentación del proyecto. Los trabajos de construcción ya iniciaron y prevé que en cuatro años esté operativa el edificio de la alma mater, informaron las autoridades universitarias.
Además de su nuevo edificio, la casa de estudios decidió cambiar el pensum académico de sus carreras, que durarán cuatro años. Las clases se impartirán cada seis meses y no anual como se hace en la actualidad.
Por eso, María Gabriela López-Miota considera que “ los jóvenes deberían apostar por Venezuela porque pueden ser agentes de cambio. Este es el país de las oportunidades, donde con solo reconocer que son buenos en algo pueden contribuir con la sociedad”.
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