En verdad, el éxito de una política deportiva no debería medirse tanto por los resultados en la alta competencia, sino por la cantidad de gente común incorporada a la actividad física. Pero, como estamos tan regidos por el espíritu de ganar o perder, es inevitable contar campeonatos, medallas y récords.
En ambos terrenos, la Revolución Bolivariana puede aceptar sin problemas el reto de las comparaciones.
Desde sus primeros momentos ha procurado la masificación del deporte, tomando como inspiración el ejemplo de Cuba y contando con la asesoría de los expertos antillanos.
En el terreno reservado a los deportistas de élite, luego de 22 años en el ejercicio del poder y de cinco olimpíadas bajo su responsabilidad, el socialismo venezolano puede declarar que ya superó ampliamente los resultados de los anteriores 40 años (los del bipartidismo puntofijista) e incluso los de toda la historia deportiva del país.
Desde el lado opositor se hacen todos los esfuerzos para restarle mérito a la labor central del Estado como rector de las políticas deportivas. Siempre se trata de demostrar que los logros son de las individualidades o de sus patrocinantes comerciales y no del Gobierno. En eso se desgastan argumentando los analistas y los influencers de la derecha y por eso se enfurecen ellos y también las masas antichavistas cuando un campeón expresa agradecimiento a las autoridades o, como acaba de ocurrir con el pesista Julio Mayora, quien dedicó su triunfo al comandante Hugo Chávez.
Más allá de esas pataletas que desatan oleadas de resentimiento, los hechos evidencian que el impulso del sector público ha sido clave en el notable desempeño que han tenido los y las atletas de Venezuela en este siglo. Es algo que han debido reconocer incluso algunos de los deportistas de máximo nivel que no simpatizan con la Revolución, pero que tuvieron y tienen el apoyo oficial.
La formación de varias camadas de deportistas de estatus mundial, la llamada Generación de Oro, tiene mucho que ver con el otro componente de la política deportiva: la masificación del deporte popular. El origen de varias de las superestrellas que hoy nos llenan de orgullo es una demostración de que se ha trabajado en la base, en los barrios, en los pueblos. Yulimar Rojas es natural de Caracas, pero criada en Pozuelos, Puerto La Cruz; Mayora es de La Guaira; y Keydomar Vallenilla es de La Vega, Caracas. Son pruebas vivientes de este fenómeno.
Factor importante ha sido la concepción del componente deportivo como parte del todo de la política social, es decir, abarcando la salud y la educación. Para solo mencionar un ejemplo, la garrochista olímpica Robeilys Peinado tuvo la oportunidad de desarrollarse en su especialidad sin abandonar los estudios medios gracias a que el histórico Liceo Caracas fue convertido en Unidad Educativa Nacional de Talento Deportivo. Como ella, muchos otros atletas involucrados en el ciclo olímpico han encontrado ese tipo de respaldo.
Los gobiernos revolucionarios (tanto el de Chávez como el de Nicolás Maduro) han adoptado adicionalmente una estrategia de incentivos a los talentos deportivos, tomando como base los recursos disponibles para los programas sociales como la Gran Misión Vivienda Venezuela. Cuando esto ha sido posible, a los ganadores de medallas y diplomas en competencias internacionales se les han entregado también vehículos y electrodomésticos. En este punto hay también un drástico contraste con respecto a la Cuarta República, pues muchas de las grandes glorias deportivas de aquellos años fueron ignoradas por los gobiernos y algunos de esos atletas terminaron sumidos en la peor pobreza.
Los números hablan
Venezuela lleva cinco Juegos Olímpicos consecutivos ganando medallas: Atenas 2004 (1), Beijing 2008 (2), Londres 2012 (1), Río 2016 (3) y Tokio 2020 (4 por ahora). Esto nunca ocurrió en la IV República, cuyo máximo fueron 3: Montreal 76 (1), Moscú 80 (1) y Los Ángeles 84 (3).
En esta oportunidad (Tokio 2020) se ha superado el tope de esa época anterior, que eran las tres de Los Ángeles 84 y, además, con creces, porque las de ese año fueron todas de bronce, mientras en las Olimpíadas recién finalizadas se lograron tres de plata y una de oro.
Con solo 43 atletas y en medio de un brutal y criminal bloqueo económico, comercial, financiero y petrolero, vivimos nuestra mejor actuación de la historia olímpica de Venezuela.
Politólogo Alex Vásquez Portilla