1 Líderes del mundo, analistas internacionales, políticos, periodistas y medios de comunicación se fraguaron confianzas a partir de la supuesta honorabilidad y respetabilidad de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos para las Naciones Unidas (ONU) Michel Bachelet, lo cual auguraba neutralidad e imparcialidad en el informe que habría de elaborar sobre Venezuela.
2 Uno desprecia y objeta la práctica de violación de los derechos humanos tanto de derecha como de izquierda. Michel Bachelet debería también observar esta postura en el cumplimiento de sus responsabilidades.
3 Al referirnos al informe que fabricó Bachelet, consideramos que el mismo estaba elaborado antes de su llegada a Caracas, incluso, dado el trayecto de la aludida funcionaria, es muy posible que el mismo haya sido elaborado en los Estados Unidos con participación de la oposición venezolana.
4 Eso lo confirma cuando el Gobierno de Venezuela ha dicho que el 82% de los datos del informe proceden desde el extranjero. Existen serias dudas de que ese informe haya podido hacerse después del viaje de la comisionada a Caracas.
5 No se trata de si el informe dice o no la verdad, sino de cuánta franqueza pueda tener un informe de una oficina que posee una imperfecta honorabilidad y de una Bachelet que carece de credibilidad en materia de derechos humanos dado sus antecedentes de las violaciones de los mismos cuando fue presidenta de Chile, sobre todo en la bestial represión al pueblo mapuche.
6 Nada podría ser peor en materia de lealtades imperiales que las del antecesor de Bachelet en tal responsabilidad, el príncipe jordano Zeid Raad Hussein, de conocida sumisión al maligno y sanguinario imperio de los Estados Unidos.
7 Impresiona la ingenuidad de tantas personas, como el periodista Vladimir Villegas, que todavía tienen a Bachelet como un adalid de los derechos humanos cuando su huella muestra todo lo contrario.
8 Parece asombroso que alguien pueda suponer que Bachelet sería imparcial respecto de Venezuela cuando ella fue activa y apasionada precursora del nefasto (para Venezuela) del grupo de Lima, adjunto de la OEA instituido para procurar el derrocamiento del Gobierno venezolano. El colmo de la desfachatez de Bachelet, cuando se le preguntó sobre este caso, le endilgó toda la responsabilidad de sus actuaciones en esta materia a su canciller, Heraldo Muñoz, a quien según explicó “no puedo controlar”.
9 Consecuente con esa forma de actuar y pensar, una vez más Bachelet le ha hecho asumir la responsabilidad sobre el actuar de su oficina a los funcionarios colocados en sus puestos “por mi antecesor” a los que aparentemente nunca puede controlar.
10 Bachelet desde el punto de vista político es un extraño caso porque no opinan, no se compromete, dejan hacer, echan la culpa a otros y no asumen responsabilidades.
11 El informe de Bachelet, no tiene ninguna validez o eficacia, toda vez que fue elaborado antes de su visita a Venezuela, además según dicen los que lo leyeron, no incorporó ninguna de los datos que aportó el Estado venezolano, es decir fue un juicio sin derecho a la defensa.
12 No se trata del mero informe, incluso si todo lo que ahí se dice fuera verdad, el meollo del asunto es si esa oficina posee real o total autonomía e imparcialidad para hacerlo y si la persona que lo conduce tiene la autoridad ética y moral para dirigirla. Claro que no. Por ello es que carece de valor el informe que ha hecho. La impronta de su vida política anula la validez del informe.
13 Es un informe atiborrado de imprecisiones, de información no comprobada ni científica, no demostrable, de errores, negligencias y falsedades, adolece de la rigurosidad y la seriedad que exige la presentación de este tipo de documentos cuyas implicaciones pone en riesgo la paz de Venezuela.
Alex Vásquez Portilla (Politólogo)
