1. La democracia, la libertad y los derechos humanos en el concierto de naciones lo podemos definir como una montaña de mentira con mucho centimetraje periodístico. Elliott Abrams entra muy exuberante y se sienta en una de las sillas del recinto del Consejo de Seguridad a argumentar sobre el respeto a la vida y a la dignidad humana. Lo curioso es que se trata de un asesino en serie.
Abrams es un político gringo y supuestamente “diplomático” que trabajó para los presidentes Ronald Reagan y George W. Bush. Fue condenado por el escándalo Irán–Contra mientras servía a Reagan, pero fue indultado por George H. W. Bush.
2. Si en verdad las naciones del mundo defendieran realmente la democracia, la libertad y los derechos humanos, este sujeto no podría ni siquiera acercarse a la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, de hacerlo, los organismos de seguridad tendrían que someterlo y conducirlo ante La Corte Penal Internacional y juzgarlo por crímenes de lesa humanidad y castigarlo a pagar cárcel de por vida.
3. Algunos pensaran que estamos calumniarnos a este homicida que ha sido designado por la insania mental de Donald Trump para que se encargue de derrocar el Gobierno de nuestro país por uno que sirva a los intereses del imperio gringo en detrimento de los intereses de Venezuela.
4. La revista Semana, nada sospechosa de ser socialista, perteneciente a la oligarquía de Colombia, publicó una crónica que tituló “Elliott Abrams y los halcones de Trump podrían incendiar a Venezuela”. En ese reportaje se dice que “el hombre que participó de muchas guerras de Estados Unidos en Asia y América vuelve al ring para ‘pacificar’ a Venezuela”.
5. Este semanario cita a organizaciones de derechos humanos que han calificado a Abrams de “guerrerista e imperialista”. Human Right Watch lo acusó de distorsionar, manipular y oscurecer evidencia sobre masacres en Centroamérica en los años 80. Es una manera tierna de expresarlo, porque esas distorsiones, manipulaciones y oscurecimientos son el delito menor, consecuencia de que él mismo fue cómplice de esas masacres y tenía que encubrirse.
6. En la presidencia de R Reagan la política gringa para Centroamérica fue la de arrasar todo rastro de lucha social, especialmente de movimientos de izquierda. Abrams fue uno de los autores de esta mortandad, realizada por gobiernos represivos y por escuadrones de la muerte.
7. Para consumar esta mortandad ignoraron las prohibiciones impuestas por el Congreso de EE.UU. de ventas de armas a ciertos países y el financiamiento abierto de organizaciones armadas en otros. Vendieron ilegalmente armas a Irán (que para entonces estaba en guerra contra Irak) y usaron parte del dinero para financiar a la contra en Nicaragua. En el proceso judicial se consignaron pruebas de más de 1 mil 300 ataques terroristas de la contra, ejecutados gracias al flujo de dólares que canalizó Abrams. Pero solo lo condenaron a dos años en libertad condicional por ocultamiento de información. Para colmo de males fue indultado.
8. Eso no es todo. La revista Semana publica: “La Corte Interamericana de Derechos Humanos lo demandó por su participación en la famosa masacre de El Mozote, en El Salvador (1981), en la que mil personas fueron asesinadas por fuerzas armadas especiales, al parecer otra vez financiadas por el Gobierno de EE.UU. Una vez más, el gobierno gringo no aceptó la responsabilidad y el caso no prosperó.
9. Intentando restarle importancia al asunto, Abrams pronunció una de las locuciones más gloriosas de su aviesamente famosa vida: “Esas fueron exageraciones de la prensa, pues en Mozote no había mil, sino solo unas trescientas personas”.
10. En 2003, fue uno de los más apasionados partidarios de invadir Irak. Medios como The Wall Street Journal aseveró que fue él quien propuso formalmente la invasión. De ser verdad, a Elliott hay que endosarle otro millón de muertos, así como la ruina total de este país.
11. En el prontuario de Abrams hay que sumarle un episodio concreto relativo a Venezuela. En el año 2002 fue autor importante en el complot que desencadenó el golpe de Estado contra el presidente Chávez. Profusas sospechas apuntan a señalar a Abrams como uno de los autores de la operación de Puente Llaguno, que sirvió como base para justificar el derrocamiento.
12. Años después de aquel intento de golpe de Estado fallido, fue convocado por el enloquecido Trump para restituir en Venezuela la democracia y la libertad según los designios del criminal imperio gringo. Dios nos agarre confesados.
Politólogo Alex Vásquez Portilla