Una pequeña parte de la oposición venezolana se alistan para realizar elecciones primarias el venidero mes de octubre para escoger un candidato único que compita, entre otros, con Nicolas Maduro, el aspirante a derrotar.
La dirigencia opositora tampoco ha sabido explicar a su base de apoyo por qué ahora sí se puede acudir a la vía electoral y en 2018 no. Al fin y al cabo, tal como lo demandaron para ese momento, en Venezuela no ha habido “cese de usurpación” ni tampoco “gobierno de transición”, aquel mantra que exigían como condición sine qua non para participar en los comicios oficiales.
No obstante, tras años de llamados a la abstención, los partidos opositores aún confrontan problemas internos y externos de peso, que los pueden llevar a un hipotético nuevo ensayo rupturista.
Las partículas radicales, que cuentan con la precandidata María Corina Machado como máxima exponente, pueden obstaculizar la cabal regularización de un conglomerado opositor que se ha mantenido fuera de los carriles institucionales.
Machado, que ya había sido inhabilitada en 2015, tenía su participación en suspenso hasta que, el 30 de junio pasado, la Contraloría General de la República ratificó la medida de suspensión de sus derechos políticos por quince años, luego de una solicitud de pronunciamiento interpuesta por el diputado José Brito.
La Comisión Nacional de Primarias (CNP) no ha resuelto el problema de los inhabilitados para ejercer cargos públicos, entre los que cuentan –del total de 14 inscritos– dos precandidatos, además de Machado: se trata de Freddy Superlano de Voluntad Popular (el partido de Leopoldo López) y Henrique Capriles (de Primero Justicia).
Tanto a Superlano como a Capriles, la CNP les ha permitido su inscripción como precandidatos, sin especificar qué ocurriría si alguno de ellos fuera electo como abanderado unitario.
Así las cosas, la participación de la oposición en las presidenciales sigue estando en duda. Es decir, el proceso de “pacificación” continúa en un limbo, a pesar de que, al menos en el discurso, no han querido privilegiar públicamente la vía militar del golpe de Estado o de la invasión extranjera.
La inhabilitación de María Corina le pone la situación difícil a la oposición, debido a que, si ella gana las primarias, tendrá que renunciar y dejarle su puesto a otro candidato de sus propias filas, lo que no parece plausible para una líder extremista que desconoce a sus contendores y llama “entreguista” a cualquiera que desee volver a la vía política y pacífica.
En enero de 2022, en el evento electoral para disputar la gobernación de Barinas, al menos dos candidatos opositores tuvieron que renunciar a sus aspiraciones debido a inhabilitaciones, lo que permitió que un tercer candidato pudiera inscribirse y ganar con amplio margen.
Sin embargo, parece que las pretensiones de Machado de “llegar hasta el final” auguran que llegados a ese punto, ella trancará el juego y preferirá hacer una nueva convocatoria insurreccional.
Esto pone en riesgo una candidatura unitaria, puesto que hay sectores de la oposición que no desean repetir un nuevo “simulacro de interinato”, al estilo Guaidog, que les dejó en franca derrota y tremendamente debilitados. Por lo tanto, otros aspirantes pueden terminar oficializando sus candidaturas fuera del proceso de primarias, si olfatean que se va a repetir la historia del llamado abstencionista de 2018-2020, lo que echaría por tierra el objetivo del candidato unitario.
El apetito de Machado por repetir esa historia reciente luce plausible porque le permitiría sustituir a Guaidog como líder “reconocida por Occidente” y ser promovida en los medios como una luchadora “por la libertad”, con la posibilidad de ganar jugosos premios a escala mundial.
Su ambición, sin embargo, sería a costa de entorpecer la vía electoral y, con ello, hacer que la oposición pierda nuevamente la oportunidad, por errores internos, de participar en la justa de 2024, como ya le sucedió en 2018.
Con la inhabilitación de Machado, además de las otras mencionadas, cambia nuevamente el panorama interno de la oposición y queda entre los favoritos Manuel Rosales, del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), quien no está anotado formalmente como precandidato en las primarias porque su tolda inscribió otro nombre desconocido, con el fin de guardarle un espacio y darle margen de maniobra para decidir su participación.
Ahora Rosales, quien ha mantenido una posición de acatar el marco legal vigente, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE), tendrá que decidir entre dos opciones: si entra en la carrera contra María Corina –que tendrá todo el apoyo financiero y mediático de los poderes económicos e internacionales–, a riesgo de verse arrastrado por un nuevo llamado a desconocer a las instituciones; o monta tienda aparte y lanza su candidatura sin acudir al proceso de primarias.
La disputa, aun no formalizada, entre Rosales y Machado, podría implicar una escisión interna en la oposición que impida la escogencia de un candidato unitario
La regularización de la oposición aún no está decantada y la elección de un candidato unitario tampoco. Veremos qué cambia, y qué no, en el tiempo que queda para la realización de las internas.
Politólogo Alex Vásquez Portilla, especial para El Tubazo Digital