“Mercedes se está bañando
en las orillas de un río
mis ojos la están mirando
pero es de un amigo mío
yo no quisiera mirarla
pero no tengo la culpa
se parece una esmeralda
con flores de chupa chupa
que yo le avise a mi amigo
muy difícil me resulta…”
Hacer un análisis literario a la canción Mercedes de Simón Díaz, se corre el riesgo de dejar muchos elementos por fuera, porque la palabra limita el pensamiento y cuando se trata de interpretar una gran metáfora como esta canción, lo que nos quiso decir el poeta se queda pequeño, ante tantos mensajes enviados a través de imágenes y figuras que se pierden de vista en el amplio horizonte de la sabana.
Empiezo por aclararles que el caimán que nos pinta el tío Simón no se trata del animal que nos define el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), “reptil del orden de los emidosaurios, propio de los ríos de América, muy parecido al cocodrilo, pero algo más pequeño, con el hocico obtuso y las membranas de los pies muy poco extensas”.
Sin embargo Simón Díaz, nos demostró su gran conocimiento de la vida, cuando interpretó cabalmente la segunda acepción del DRAE que indica que un caimán en sentido figurado, es una persona que con astucia y disimulo procura salir con sus intentos.
Sí, el famoso caimán de Simón Díaz es el hombre que en la barranca del río acecha a la mujer ajena, pero que también era buceada por aquel otro hombre que a escondidas observó la cruda realidad que ocurría y pudo darse cuenta de que la mujer le era infiel a su “amigo” y ante la frustración de no ser el elegido, decide ir a contárselo todo, pero cuando regresaron “la mujer no se veía, el caimán patas arriba dormía de lo más sabroso”, era el momento en que se consuma la relación sexual entre los furtivos amantes.
En ese momento, el marido engañado se desvanece y es cuando el supuesto amigo o “el burro tusero”, le expresa que:
“eso pasa a cada rato
que son cosas del destino
y de aquí en adelante
que cuente con un amigo”
Autor: Ramón Figuera