Reinaldo Cortés / ¿Quién le pone la cascabel al gato?

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Guárico.- Ni políticos, ni dirigentes sociales se han trazado la tarea de librar una lucha contra uno de los males que inquietan a las grandes masas de ciudadanos: el HAMBRE, que sufren a diario los venezolanos y sobre todo los más vulnerables, nuestra infancia.

Esta realidad se ha quedado en la retórica populista de mensajes vacíos dentro de un discurso de elocuentes oradores en marchas y asambleas, pero todo queda hasta ahí, entre tanto, contingentes de vecinos siguen subyugados al engranaje corporativo, domesticador y represivo del programa CLAP.

La lucha contra la dictadura es disímil, desde mi perspectiva, todas las formas y modalidades quedan abiertas a la hora de promover la acción ciudadana, por lo que encasquillarse en el marchismo atrofia la salida de este gobierno hambreador al mediano plazo.

Si algo tenemos claro, es el actual nivel de conciencia política que tienen las masas, a la hora de identificar el responsable y las soluciones de los problemas domésticos; es decir, todos los problemas de los servicios públicos y de desabastecimiento alimentario, etc. lo centran en la ineficiencia del dictador, y claro tienen también, de que solo la caída de ella abriría pasos a la reconstrucción nacional y a la recuperación social.

El CLAP no es un favor del régimen, es una obligación del Estado usurpador ante la destrucción sistemática que durante 20 años ha propiciado al aparato productivo del país, por otro lado, el supuesto beneficio alimentario, no responde a una ayuda gratuita y humanitaria al pueblo, sino a un negocio de las mafias gubernamentales, que responde a los vaivenes de la oferta y la demanda, así como a la discriminación desacertada de categorías de clases sociales.

De agregado, diáfano queda, que ha servido eficientemente como instrumento de dominación y represión social. Considerando estos elementos, le corresponde a la dirección política democrática, afinar los planes de acción en este escenario, para desplegar una ofensiva contra el régimen del hambre, sustentado sobre una agenda de lucha de agitación y protesta, que se resume en cuatro puntos en lo inmediato:

1. Exigir la Estandarización y Congelación de los precios del programa de forma concertada con los ciudadanos.

2. Exigir Garantías de la calidad de los productos que se ofertan.

3. Exigir la fijación y puntualidad en la entrega de los productos.

4. Los mecanismos de contraloría y resolución de problemas debe ser la protesta organizada de los vecinos ante los responsables inmediatos.

Con esta plataforma de lucha solo queda articular todos los Comités de Ayuda y Libertad, los Comités por la Democracia y el Bienestar Social y los Consejos Comunales no alineados al régimen, para la acción inmediata y disponerse a la lucha sin ninguna ambigüedad. CONTRA LA DICTADURA DEL HAMBRE, ORGANIZACIÓN Y LUCHA…

Reynaldo J. Cortés G.

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