Rubén Darío: romántico y periodista

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Félix Rubén García Sarmiento, mejor conocido como Rubén Darío, nació en Metapa (hoy Ciudad Darío), en el Departamento de Matagalpa, Nicaragua, el 18 de enero de 1867, y murió en León (Nicaragua) el 6 de febrero de 1916. Fue un poeta nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española, y posiblemente, el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado príncipe de las letras castellanas.

Fue el primer hijo del matrimonio formado por Manuel García y Rosa Sarmiento, quienes se habían casado en León (Nicaragua) el 26 de abril de 1866. Sin embargo, el matrimonio se desharía debido a que Manuel tenía afición por el alcohol y las prostitutas, causando así que Rosa dejara la casa y se refugiara en la ciudad de Metapa, donde daría a luz al poeta. La niñez de Rubén Darío transcurrió en la ciudad de León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres, llegando a firmar sus primeros trabajos escolares como “Felix Rubén Ramírez”.

Sobre sus primeros años hay pocas noticias, aunque se sabe que a la muerte del coronel Félix Ramírez, en 1871, la familia pasó apuros económicos, e incluso se pensó en colocar al joven Rubén como aprendiz de sastre. Según su biógrafo Edelberto Torres, asistió a varias escuelas de la ciudad de León antes de pasar, en los años 1879 y 1880, a educarse con los jesuitas.

El periodismo fue sustento firme para las inciertas finanzas de Darío, su vida sibarita, sus excesos etílicos y su familia, representada en Francisca Sánchez, su esposa y su pequeño hijo Güicho. Pero más allá del desahogo económico que este oficio brindaba, Darío usó como trinchera la prensa para emprender la renovación de las letras castellanas.

“¡Darío fue un renovador de la prosa! La poesía y la prosa cambiaron después de su presencia; él elevó la crónica periodística a categoría literaria”.

Es en la crónica, este género hibrido del periodismo, que Darío, junto al cubano José Martí, establece una nueva forma de narrar. Las páginas del gran diario La Nación, fueron el escenario donde estos líricos pusieron a bailar tango a la literatura y al periodismo; “supieron mezclar en la justa dosis”, plantea el libro la “Invención de la Crónica”, editado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.  Rubén, así como en su poesía instala el verso alejandrino, en la crónica mezcla los géneros periodísticos creando un hibrido que hasta hoy habita en algunos cronistas latinoamericanos.

Los géneros que más desarrolló Darío fueron la crónica, el artículo y la reseña critica. Con la mezcla de todos ellos lograba descripciones muy profundas, bien documentadas, la mezcla de esos géneros le permitió desarrollar un estilo magistral. Muchos periodistas, así como escritores y poetas de habla hispana, lamentan que para el público en general las crónicas de Darío hayan practicamente caído al olvido.

La influencia de Rubén Darío fue inmensa en los poetas de principios de siglo, tanto en España como en América. Muchos de sus seguidores, sin embargo, cambiaron pronto de rumbo: es el caso, por ejemplo, de Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado. Darío llegó a ser un poeta extremadamente popular, cuyas obras se memorizaban en las escuelas de todos los países hispanohablantes y eran imitadas por cientos de jóvenes poetas. Esto, paradójicamente, resultó perjudicial para la recepción de su obra. Después de la Primera Guerra Mundial, con el nacimiento de las vanguardias literarias, los poetas volvieron la espalda a la estética modernista, que consideraban anticuada y excesivamente retoricista.

*Pasante ECS/ Unerg

Diego Ranuárez

 

 

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