Rusia.- Cuando uno ve a Rakitic y Modric en un mismo equipo entiende que la posesión de balón es algo que no se discute. No se debate sobre los encargados de marcar los tiempos del partido.
No se lo debieron explicar a Nigeria, que minimizó las virtudes croatas hasta el extremo. El combinado africano se adueño del balón en su debut mundialista. De principio a fin.
Obtuvo un claro dominio territorial pero se fue de vacío de Kaliningrado. Croacia se agarró a la diosa Fortuna y a un penalti infantil para mirar al horizonte con optimismo.
De un primer vistazo se vislumbra a una Argentina en apuros, lo que convierte el primer triunfo en un tesoro único para los balcánicos.
Mientras Obi Mikel y Ndidi crecían y anulaban a un desconocido Modric y afeaban la labor del siempre presente Rakitic, Croacia encontró un gol de la nada a la salida de un córner.
Pasada la media hora de juego, un cabezazo en plancha de Mandzukic, que iba camino de perderse por línea de fondo, tropezó con el talón de Etebo, que cambió la trayectoria lo suficiente para firmar el primer y único tanto del partido.
Lejos de subir las revoluciones, de lanzar una moneda al aire en un intercambio de golpes, Nigeria realizó un ejercicio de enorme paciencia que se apagó con el paso de los minutos.
El encargado de apagar el interruptor fue Ekong, que decidió abrazar a Mandzukic a la salida de un córner. No hizo falta ni VAR. Rocchi señaló el punto de penalti y Modric finiquitó el primer compromiso de los suyos en Rusia. Con la solvencia que ofrecieron los de Dalic durante todo el encuentro.
Sin la brillantez ni la propuesta de otras ocasiones, pero con la practicidad que permite superar rondas y acercarse al sueño de unos octavos de final que esperan a Croacia desde hace 20 años. La alternativa se hace fuerte.
Fuente
Jaime Rincón