En estos tiempos de globalización cibernética
se han generado cambios radicales e inconsultos
en nuestras costumbres y tradiciones de fin de año.
La hiperinflación acabo con algunas creencias y deseos.
No recibimos el espíritu de navidad que nos contagia
de: paz, amor, unión, alegría, compartir abundancia y prosperidad.
No podemos adornar el arbolito y simbolizar el nacimiento.
No podemos preparar las exquisitas hallacas, la torta negra,
la ensalada de gallina, los pasapalos y el pan de jamón.
No podemos comprar los estrenos, ni los regalos para el intercambio.
No podemos lanzar al espacio los cohetes y fuegos artificiales.
No podemos asistir a las misas de aguinaldos por inseguridad.
No podemos comer las uvas y brindar con las copa de vino.
No podemos darnos el caluroso abrazo de noche buena
y de fin de año porque familiares y amigos emigraron.
Solo nos queda la tristeza y el lamento de añorar
otros momentos oyendo el contagioso repicar de campanas
acompañado de gaitas y villancicos al frente de
un televisor o un computador viendo imágenes de como
celebran la navidad y el fin de año en el mundo.
Saúl Sivira / Poeta de Las Mercedes del Llano