Siento que hemos asistido a una ronda de negociación con claridad respecto a lo que hay que obtener del régimen. El capítulo de cierre, que no el final, evidenció a una de las partes haciendo circular una mentira. Están en la mesa sólo para continuar la guerra del régimen contra una población inerme. La percepción de estos dos hechos constituyen una ganancia simbólica y política no desestimable
La delegación oficial se limitó a repetir lo que antes ha hecho: ganar tiempo para perder país. A pesar de ello, recibiendo ataques por su permanencia, la representación opositora demostró un consecuente apego a una salida pacifica, democrática y constitucional.
Hay circunstancias de hecho que aconsejan negociar con el régimen condiciones electorales justas: a ellos los legitiman los fusiles, sus tribunales y el poder que les da un Estado confiscado. A la oposición la legitiman los votos. Se puede añadir otra, que la propaganda del gobierno manipula: la comunidad internacional exige elecciones limpias y el retorno de Venezuela a la democracia.
El régimen mostró en Santo Domingo que frente a dos riesgos, salir por elecciones realizadas según la Constitución o ser eventualmente expulsados por la crisis, todavía confía en contener la creciente furia que subterráneamente prende en la sociedad, contra su modelo, su gestión y su populismo. No acepta elecciones medianamente competitivas.
La oposición debe reflexionar sobre sus opciones si no hay acuerdo. Ajustar con urgencia sus actividades a los escenarios probables y empeñarse en adoptar una posición compartida por el mayor número de actores. Actuar juntos es una condición para poder avanzar con eficacia ante una situación que brinda condiciones objetivas para una derrota electoral del gobierno. Esta conjunción de intereses supone la participación de los castigados por la crisis sin tomar en cuenta sus orientaciones partidistas. Una unidad país.
Las calamidades de nuestra realidad conducen a una disyuntiva ineludible: si no votamos nos entregamos a una perpetuación de la dominación comunista. El tema no es darle legitimidad a una dictadura sino demostrar con votos que no tiene ninguna.
Los pasos a seguir los conocen los dirigentes opositores, aunque duden en darlos: 1. Unidad sin facturas, prejuicios o cálculos parciales. Candidato de consenso y campaña para persuadir al país de lo fundamental que es salir todos a votar contra Maduro. 2. Conformar una plataforma de actores económicos, culturales y sociales concertada con los partidos, pero sin ser sus instrumentos. 3. Privilegiar la oposición social y protagonizar una inmersión en el descontento para expresarlo y recomponer la confianza en el liderazgo. 4. Redefinir la calle como organización, como movilización de ciudadanía responsable, como preparación para la lucha contra el fraude y defensa masiva del voto. 5. Preservar a los luchadores, sin exponerlos a sacrificios que no corra un dirigente. 6. Reunificar a la sociedad en un plan de solidaridad con todas las víctimas de la crisis y por la superación del hambre. 6. Mejorar la relación de la AN con gobiernos y organismos solidarios con Venezuela. Y asegurar el respaldo internacional a un triunfo electoral de la democracia.