Caracas.- La tardanza de la MUD en decidir puede obedecer a elevar la presión por el cambio de las condiciones electorales o a la inexistencia de consenso. El punto de participar o no en el proceso electoral, lejos de ser un falso dilema, es nuevamente una piedra de tranca. Tan decisiva que nubla la oportunidad de formular una política alternativa y unitaria frente a un régimen que sigue destruyendo libertades y generando hambre.
Un aspecto para resolver ese dilema debería ser las experiencias de la abstención absoluta de la oposición el 2005 o las parciales del 2017. Ninguna impidió el avance del régimen ni evitó que los órganos electos en condiciones de ilegalidad, alcanzaran una legitimidad de hecho.
En la otra banda, existe un caso de participación unitaria el 2015, con objetivos claros y una eficiente defensa del voto que logró asegurar una contundente mayoría electoral, aunque posteriormente el autoritarismo anulara inconstitucionalmente a la Asamblea Nacional. Ahora, tratándose de una elección presidencial, el ventajismo será mayor y el comportamiento oficialista más rudo; pero el rechazo al gobierno y las condiciones de sobrevivencia impuestas a la población son también más propicias para alentar un sunami electoral que quiebre al fraude o resalte sus tramposerías.
La decisión es de primera importancia. Sea cual sea la que se adopte, debería salvaguardarse la participación de unos y otros en la conformación de una estrategia unitaria de mediano plazo para hacer más eficaces las tácticas de debilitamiento, desplazamiento y derrota del régimen. La oposición, en sus variadas gamas, debe dejar de atacarse a si misma para concentrarse en el combate a los responsables de la descomposición y la ruina del país.
La unidad es imposible con políticas contrapuestas, pero se debería mantener un mínimo de puntos comunes. Esperamos que desde una u otra posición se eleve la defensa de la gente desde sus problemas concretos, se le abra cauces nuevos a la protesta contra las políticas de Maduro, se avance en las alianzas sociales, se tenga un discurso para atraer al chavismo no madurista y se defienda activamente las exigencias de restablecimiento de la Constitución hechas por la comunidad internacional.
La solidaridad internacional hace lo suyo desde afuera. A nosotros nos corresponde asumir internamente la lucha por la vigencia de la constitución y el empeño por resolver la crisis de gobernabilidad con votos y no mediante un golpe de Estado o una invasión que le arrebate a las fuerzas civiles el deber y el derecho a conducir la reconstrucción del país. El ya debilitado soporte de los partidos terminaría por ser anulado y las calamidades sociales agravadas al extremo, si nos subordinamos a una confrontación armada.
El gobierno no quiere que la oposición participe en este proceso y su trampa invisible es crear todas las condiciones para quedarse sin una competencia no sólo que mida su rechazo, sino que incluso, pueda derrotarla. Luce evidente que la abstención, aún con intenciones en contrario de sus promotores, será usada para difundir desesperanza y división.
@garciasim