Caracas.- Tal día como hoy, 12 de julio, en Parral (Chile), nació uno de los poetas más grandes de Nuestra América: Ricardo Neftalí Reyes, conocido como Pablo Neruda.
El verso que usted leyó líneas arriba se encuentra en el poemario Memorial de Isla Negra, publicado en 1964. Sin embargo, es ‘El Canto General’ una de las obras más representativas del poeta, puesto que en ella Neruda dialoga con las profundas fuerzas históricas de Nuestra América, expresa el espíritu incendiario del militante, el poder incandescente de la poesía, y la sed de justicia en nombre de los desposeídos.
Hace 114 años la Patria Grande vio nacer a Ricardo Neftalí Reyes, uno de los poetas más importantes del siglo XX. Su poesía llena de fuerza, amor, belleza y militancia, es inspiración para los pueblos de Latinoamérica, quienes lo conocen bajo el seudónimo de Pablo Neruda. pic.twitter.com/pot1NFhvei
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) 12 de julio de 2018
Neruda también escribió diversos poemas y reflexiones sobre la República Bolivariana de Venezuela. Recuerda el profesor universitario Luis Navarrete que después, en el Canto general (1950), en Las uvas y el viento (1954), en Navegaciones y regresos (1959), en Fin de mundo (1969), en Confieso que he vivido. Memorias (1974) y en textos dispersos recogidos en Para nacer he nacido (1978) y en El fin del viaje (Obra póstuma, 1982), “Pablo Neruda dedicó poemas y textos en prosa al río Orinoco, a los héroes patrios (Miranda, Bolívar, Sucre)”.
Pero también se refirió a los dictadores (Gómez y Pérez Jiménez), y a “un demócrata extraño” (Rómulo Betancourt). También mencionó a sus más cercanos amigos (los escritores Miguel Otero Silva y Carlos Augusto León), y a un escritor que –a su juicio– merecía antes que él el Premio Nóbel (Rómulo Gallegos).
A continuación, ‘Los Enemigos’, un poema de Pablo Neruda que aparece en su obra ‘El Canto General’:
LOS ENEMIGOS
“Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo
exterminio, ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
Por esos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte,
pido castigo.
Para el traidor que ascendió sobre el crimen,
pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.
No quiero que me den la mano
empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
tampoco en su casa tranquilos,
los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo”.
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