“The Disaster Artist”: cuando una gran película surge del lugar más inesperado

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Son varias las películas que han ido teniendo el título “honorífico” de peor película de todos los tiempos. Una valoración que normalmente estaba más asociada a su repentina popularidad que al hecho de ser indiscutiblemente peor que las demás, algo sencillamente imposible de demostrar. Lo curioso es que en algún caso acabó surgiendo otro proyecto para rendir homenaje a esos títulos tan lamentables que costaba creerse su existencia.

Me vienen a la mente la estupenda “Ed Wood” o el muy recomendable documental “Best Worst Movie“, y a partir de ahora habrá que unir una cinta más a ese selecto club. Me refiero a “The Disaster Artist“, la obra de James Franco que basa su existencia en mostrarnos cómo se hizo “The Room“, una película que hay que ver alguna vez en la vida. Por suerte, Franco no opta por un enfoque que limite sus posibilidades y el resultado es una de las mejores películas del 2017.

Una película equilibrada

El gran peligro al que se enfrentaba Franco con “The Disaster Artist” era ofrecer un acercamiento demasiado irónico o caer en la celebración exhibida. A fin de cuentas, “The Room” se tiene bien ganada su fama, pero Tommy Wiseau es una persona muy compleja y el primer gran logro de la cinta que nos ocupa es que sabe cómo abordarlo para mostrar todo el cariño que tienen hacia su figura sin por ello obviar sus obvias limitaciones como artista y persona.

Resaltar la extraordinaria transformación de Franco es imprescindible, ya que logra convertirse en Wiseau tanto en lo físico como en lo gestual, hasta tal punto que uno incluso se olvida que en muchas escenas comparte plano con su hermano Dave. El protagonista de “127 horas” lo asume correctamente, captando la naturaleza contradictoria de Wiseau, y cómo tan pronto podía resultar encantador como un ser despreciable al que sería mejor no acercarse.

Esa falta de miedos para mostrarnos cómo era realmente Wiseau permite a Franco regalarnos una equilibrada celebración de “The Room”, indagando en su desesperante rodaje. Y es que se tiende a idealizar la visión de los soñadores en el cine cuando hay veces en las que simplemente no tienen el talento necesario para ello.

La cuestión es que Wiseau podía permitirse hacer lo que le diera la gana y a eso debemos la existencia de una película como “The Room”. No obstante, lo que sí tiene Wiseau es una presencia que llena la pantalla, aunque sea por los motivos equivocados, y Franco sabe sacarle partido durante el primer tramo de “The Disaster Artist”, estableciendo las bases de su amistad con Greg Sestero y logrando que el espectador quede fascinado ante la criatura que tiene ante sus ojos.

Un estupendo y singular retrato del soñador

Es verdad que ahí “The Disaster Artist” incurre en algún exceso puntual, pero es un elemento imprescindible para darnos una visión lo más global posible de Wiseau y también para que el lado más cómico de la cinta brille y nos arranque multitud de carcajadas. Eso sí, lo hace mostrando en lugar de juzgando, un matiz esencial para que lo que viene después no resulte una peripecia con escaso fundamento.

Todo esto encuentra respaldo en una funcional puesta en escena por parte del propio Franco, quien nunca se exhibe o da muestras de hacer la película suya tanto como su imperiosa necesidad de dar con el tono adecuado para contar la historia tal y como él desea. Y ahí resulta imposible ponerle pegas, pues tiene gracia cuando busca eso, te impacta cuando toca y no duda en dar un golpe de realidad a la imagen de Wiseau en lugar de venderlo como un artista incomprendido.

Todo eso está aliñado con una gran cantidad de cameos o apariciones secundarias de multitud de rostros conocidos que van añadiendo más salsa a las escenas en las que aparecen sin convertir en ningún momento a “The Disaster Artist” en una mera sucesión de rostros conocidos. Sus personajes, incluso el más insignificante, tienen una función dentro de la historia y vemos cómo todos ellos se toman en serio una propuesta que podría haberse ido fácilmente al caño.

Al final puede que “The Disaster Artist” nunca llegue a desentrañar el misterio sobre quién es Tommy Wiseau, pero sí que es un maravilloso reflejo de cómo es él y cómo su singular personalidad marcó para siempre una película tan especial como “The Room”. Y lo hace sin dejar que su presencia canibalice por completo la función, ofreciéndonos además una visión única sobre la figura del soñador y su complicado viaje hasta lograr ese éxito que tanto ansía.

En definitiva, “The Disaster Artist” es una gran película que nos permite conocer un poco mejor cómo se hizo una obra tan inclasificable como “The Room”. Además, James Franco realiza su mejor interpretación hasta la fecha y también consigue como director y guionista dar con el tono adecuado para que el hecho de estar celebrando la existencia de la cinta de Wiseau no sea un obstáculo para ofrecer una visión al mismo tiempo sincera y romántica de la misma.

Fuente

Mikel Zorrilla

Espinof

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