De pasada por la Plaza Bolívar de San Juan de los Morros, pude constatar, que los dirigentes de la dictadura en el ayuntamiento Juan Germán Roscio, les quedó grande el municipio, que solo cuenta con 1.497 km2 y una población de 130.000 habitantes aproximadamente, siendo el tercer municipio más pequeño del estado Guárico.
En la plaza Bolívar resembraron el césped, colocaron las siluetas del nombre de la ciudad, la pintaron, instalaron unas esculturas nuevas, restauraron las fuentes que funcionan de vez en vez y de vez en cuando, restablecieron la energía eléctrica y las losas quedaron chabacanamente maquilladas.
Ahora bien; ¿quien hizo la obra y cuanto costó? Es un misterio. Finalmente como cereza en el cóctel, la plaza Bolívar quedó improvista de seguridad.
En todo caso, lo relevante es que la alcaldesa solo ha gobernado hasta la acera del frente, pese a que cuenta con todos los votos de la Cámara Municipal, el Consejo Local de Planificación Pública Municipal, el Consejo Federal de Gobierno y los Consejos Comunales; sumémosle el apoyo político que recibe desde la Gobernación, el Consejo Legislativo Regional, los Ministerios y la Presidencia.
Cuenta además, con todos los recursos que genera la municipalidad, las asignaciones del Estado y los entes nacionales.
De los funcionarios que “representan al pueblo” se desconoce sus nombres y su presencia en las comunidades, se ignora de los proyectos presupuestarios, los planes de gestión para la ciudad y las nuevas ordenanzas.
Mientras esta verdad circunda, en las mentes de los gobernantes municipales con cierta frialdad; las calles, aceras y demás áreas públicas están destrozadas, el servicio de aseo urbano es irregular, el transporte público es insuficiente, el alumbrado público condena a la penumbra a la vecindad, la inseguridad personal y residencial campea libremente, el servicio de agua potable es una lotería, los CLAP someten a la familia al chantaje y domesticación alimentaria, los bachaqueros imponen el libre mercado, etc.
A todas estas, las únicas víctimas de estos males son los habitantes roscianos, que tienen además, que soportar los males que imponen la dinámica política y económica nacional, de un alto costo de vida insostenible, salarios paupérrimos, desempleo, escasez de gas, gasolina, etc.
Ante este drama ¿Qué hacer?: ¿Será, esperar por la aparición de un caudillo mesiánico? ¿Disfrutar de nuestras desgracias? ¿Acostumbrarnos a vivir mal? ¿Vivir de las remesas en silencio mientras los familiares se parten el lomo y son discriminados en el extranjero? ¿Seguimos permitiendo que los representantes de la dictadura en la alcaldía, sigan cobrando sin trabajar? Quien tenga una respuesta adversa a estas interrogantes ya tiene un compromiso consigo mismo y una tarea para la acción.
Ahora bien, ¿por dónde empezar?, en primera instancia, la ciudadanía debe concienciar la necesidad de exigir de forma organizada, autónoma, aguerrida y consecuente sus reivindicaciones inmediatas, focalizando sus responsables directos; A los concejales y alcaldesa hay que demandarle la solución de los problemas que les competen, la presentación de cuentas y la consulta de los proyectos de inversión y ordenanzas; al mismo tiempo, los ciudadanos debe ir formando y sistematizando las ideas de la ciudad en que aspira vivir de cara a la reconstrucción nacional, una vez sea derrotada la dictadura; porque claros estamos, de que los histriones locales, no van a desarrollar una gestión gubernamental a favor del pueblo mientras estén amparados bajo el manto de la dictadura.
En todo caso, el despliegue de TODAS LAS LUCHAS sectoriales y reivindicativas, deben estar signados EN UNA SOLA LUCHA, fin de la dictadura, para dar paso a la democracia, el progreso y el bienestar social.
Las utopías tienen fuerza material cuando se construyen con las manos…
Reynaldo J. Cortes G.