El movimiento vecinal venezolano ha dado muestra de valía y coraje en toda su historia, este, se ha inventado y reinventado; se amoldado y se ha estremecido, en un ejercicio dialéctico, de acuerdo a realidades concretas.
Es así, como la ciudadanía ha venido registrando sus organizaciones legitimas en el transcurso de la historia, y al respecto, es de recordar las ligas de colonos, federaciones, juntas vecinales, juntas pro-mejoras, comités vecinales, etc.
En este andar de luchas callejeras y de protestas reivindicativas y políticas, es con que los vecinos, han logrado muchas de las conquistas, por mejores condiciones de vida, además de su legalidad en las asociaciones de vecinos, y hoy día, con los consejos comunales.
Esta última, ya, en franco debacle, al ser convertida en engranaje corporativo, de dominación y domesticación social, por parte de la dictadura.
Pese a esta reserva histórica, el oscurantismo que se vive en las comunidades, nos refleja una orfandad de liderazgos colectivo y de compromiso social, estructuras vecinales abúlicas, sin perspectiva y ni autonomía como factor social beligerante.
Partiendo de esta realidad, en el presente inmediato, se plantea el redimensionamiento del accionar vecinal, la necesaria revisión y replantiamento de nuevas formas de organización que se ajusten a las exigencias de la coyuntura actual y que bajo la visión progresiva registre saltos cuantitativos y sobre todo cualitativos, de allí que, en contraposición a los despechados del pasado, se imponga lo nuevo, para nunca más reeditar lo caduco, que en lo particular, representa la reinstalación de las asociaciones de vecinos, pregonadas por actores que se quedaron anclados en el pasado y se resisten a generar nuevos paradigmas.
Del pasado, solo podemos aprovechar la experiencia vivida, los indicadores positivos que se pueden rescatar y los negativos que se deben evitar.
La nueva democracia se debe fundamentar en la participación y el protagonismo del ciudadano, desechando todo fantasma del pasado.
En este sentido, las asambleas de ciudadanos es un modelo que fácilmente puede sustituir, lo ya inservible (los consejos comunales). Para así, convertirse en las estructuras del poder ciudadano, que en el ejercicio de su autonomía orgánica, tome decisiones de carácter vinculante, en relación con la gestión del poder público.
Las asambleas de ciudadanos, hoy, se convierten, en el nuevo órgano de un movimiento vecinal autónomo y combativo que luche por el restablecimiento de la democracia, el progreso y el bienestar social.
Solo debe instrumentar su estructura y funcionamiento, lo más difícil ya esta saldado, al ser estas, materia legal dentro de la constitución en su artículo 70.
“Las utopías son materialmente posibles cuando las construimos con nuestras propias manos”
Reynaldo J Cortes G / Corguti@gmail.com