San Juan de los Morros.- De infarto murieron los hermanos Nelly y Rafael del Nogal, vecinos de la Avenida Sucre –antes Calle Mariño-, subida del Viejo Mercado, rincón donde pasamos nuestra niñez feliz.
Primero ella, colega abogada. Luego Rafael, exalumno nuestro en la antigua Escuela Industrial, final de los años sesenta. Dos muertes que nos golpearon por lo inesperadas y por la cercanía física y espiritual nuestra con esos dos viajeros y con esa honorable familia.
Y el veinticuatro, luego de la cena de navidad, Jesús “Chucho” Pérez, vecino de la Calle Mellado, cuarto que se va de diecisiete hermanos que eran.
Esa gente vino de Macaira. Pobres, honrados y felices. Chucho vendía maní y palopán, y cambiaba suplementos en el viejo Cine Bolívar –antes “El Patio”, luego “Central”-. Chucho era también colega abogado, y tenía mas de cuarenta años viviendo en “El Calvario”, donde murió y fue sepultado. Se lo llevó el terrible mal. Uno a uno nos vamos. Esas muertes nos duelen hondo.
Ya se habían marchado otros dos vecinos, casas una al lado de la otra, Javier Rodríguez, abogado también, hijo de Don Gaudis, fundador de café el bachiller, y Raúl Cáseres, hijo de canarios, continuador del comercio de verduras de Don Antonio, su padre. Y más antes todavía, Juanito, peleón como el solo, hijo de Doña Concha y de Don Ventura Piñero, vendedores de verduras en ese mercado de nuestros gratos recuerdos.
Argenis Ranuárez Angarita