Imposible guardar silencio ante las declaraciones del ex presidente del Uruguay, José Pepe Mujica, en relación a la situación de nuestra agricultura, quien afirmó en visita a Rusia “Lo que está sucediendo en Venezuela no es culpa de Maduro: la riqueza petrolera en el largo plazo terminó constituyendo una especie de veneno para la sociedad venezolana… se acostumbraron a vivir de cosas importadas”.
En sus palabras demuestra no solo un total desconocimiento de lo ocurrido en el sector agroalimentario venezolano en estas dos últimas décadas como consecuencia de la aplicación del modelo económico – agrícola del “Socialismo del Siglo XXI” por parte del gobierno de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, sino que incluso no se ajusta a lo acontecido en casi un siglo de explotación petrolera en nuestro país. Tomaré como referencia dos rubros de especial importancia en la alimentación del venezolano, para desmontar el falso argumento expuesto por Mujica.
“En el campo venezolano no hay nadie, no hay una cabeza de ganado” afirmó el ex presidente uruguayo. Venezuela en 1937 poseía un rebaño bovino de 4.347.101 cabezas. Setenta años después de explotación petrolera, en el 2007 nuestro rebaño alcanzaba las 12.700.000 reses, llegando a producir 430.000 toneladas de carne al año, cubriendo prácticamente en su totalidad los requerimientos de nuestra población.
En contraste a la disfrazada verdad que pretende dibujarnos Mujica está el hecho que hoy luego de la destrucción causada por el “Socialismo del Siglo XXI”, el rebaño nacional escasamente llega a 9.5 millones de cabezas, debiendo el país adquirir fuera de nuestras fronteras el 60 % de la demanda interna, si quisiéramos recuperar los 23 kilogramos de consumo per cápita de carne por año, que hoy está en 5 kilogramos.
Las importaciones de carne uruguaya, realizadas por el gobierno venezolano, que alcanzaron los 1.650 millones de dólares anuales, le generaron importantes beneficios a la gestión de Mujica y de Tabaré Vázquez. Igualmente los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff de Brasil, obtuvieron significativas ganancias con las exportaciones de carne a Venezuela, negociaciones enturbiadas por denuncias que afirman que entre 2007 y 2012, 100.000 toros fueron facturados, y nunca ingresaron a nuestro país. Similar situación se presentó con la importación de carne nicaragüense, siendo señalado el gobierno de Daniel Ortega de realizar una triangulación de reses desde terceros países.
En leche, en los años 90 Venezuela presentó una ingesta per cápita sobre los 130 litros por año, cubierta esa demanda en un 70 %, con producción nacional. Ya para el 2008, luego de iniciada la mal llamada “guerra al latifundio” por parte de Chávez Frías, apoderándose el estado venezolano de 5.5 millones de hectáreas de tierras, y del 50 % de la capacidad instalada para procesar leche, sobre el 65 % del consumo interno era adquirido en el mercado internacional, importando de los “países amigos” sólo en leche en polvo, entre 15.000 a 18.000 toneladas mensuales.
El gobierno venezolano negociaba con empresas brasileñas la tonelada de leche en polvo a 5.800 dólares, mientras que el precio internacional era para ese momento 1.590 dólares por tonelada. Con Uruguay, la compra de 44.000 toneladas de leche en polvo en 2015 fue negociada a 3.740 dólares por Nicolás Maduro, cuando el precio promedio de venta estaba por debajo de los 2.500 dólares la tonelada. Similar situación ocurría con las compra a Argentina bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, y en la importación de leche UHT desde Nicaragua.
Este escenario de caída de la producción en carne y leche, es similar para todos los rubros de la agricultura en Venezuela. Desde el 2009 comienzan a notarse los efectos detrimentales del modelo agrícola – económico aplicado por Hugo Chávez Frías, y radicalizado por Nicolás Maduro. Entre 2009 y 2014, la caída per cápita de la actividad agrícola fue del 17%. Desde el 2014, la disminución ha sido más vertiginosa, llevándonos a niveles de producción de alimentos de las décadas de los 70 y 80.
De la destrucción del aparato agroproductor venezolano, la beneficiaria ha sido esa hipócrita izquierda latinoamericana, hoy personalizada en las afirmaciones de José Pepe Mujica. En 1998 al llegar al poder Chávez Frías, las importaciones agroalimentarias anuales de Venezuela alcanzaban los 1.250 millardos de dólares. El 80 % de la demanda interna era cubierta con productos cosechados en nuestros campos y procesados en modernas agroindustrias. En 2011, importamos cerca de los 10.000 millones de dólares en alimentos. Hoy, estamos en capacidad de suplir solo el 20 % de lo requerido por nuestra población con producción nacional.
Si es cierto señor Mujica que “Maduro no puede resolver el problema de la comida”. A Venezuela le urge un cambio de rumbo, un modelo agrícola – económico eficiente, que le de apoyo al agroproductor nacional privado que aún se mantienen de pie en nuestros campos. En dos años comenzaríamos la recuperación de nuestra agricultura, e iniciaríamos el camino hacia una nueva Venezuela agroexportadora, alejando para siempre de nuestro horizonte a los gavilanes carroñeros, propios y extranjeros, que se han enriquecido con el hambre de mi pueblo.
Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
@WernerGutierrez