San Juan de los Morros.- En la década de los 40, un sanjuanero espigado y cordial rompía el silencio de la noche con acordes de guitarra. Se llamó Antonio Ochoa, captado en su casita de la calle Roscio por la cámara de Alí Almeida.
Según Almeida, quien fue su gran amigo, Ochoa era un hombre de verdadero espíritu romántico, que sentía gran orgullo de ser hijo de San Juan de los Morros.
Nacido a comienzos del siglo XX, pasó a la historia como uno de los serenateros que al filo de la media noche, con su voz y su guitarra, dedicaba bellas canciones acompañadas de suspiros y luz de luna.
Pasante ECS Unerg
Diego Ranuárez