España.- Hay algo mágico en Stamford Bridge para Andrés Iniesta. Allí donde anotó uno de sus pocos y vitales goles, aquel que dio el pase a la final de Champions, en la misma portería volvió a rescatar al Barcelona. Esta vez no marcó, pero robó y cedió el gol a Messi cuando peor pintaba el asunto.
Leo rompió su mala racha posiblemente en el partido que menos generó. El Chelsea pagó carísimo el error grosero de Christensen.
La alineación de Conte, sin delantero puro, mostró la prioridad por cerrar caminos al Barça, que aceptó la invitación de buen grado. Cómodo con la pelota salvo en dos acciones puntuales de Hazard, el equipo de Valverde impuso su dominio de la pelota. Controlaba y robaba pronto, aunque no le dio para generar muchas ocasiones de gol.
Con Paulinho en la derecha y Rakitic auxiliando a Busquets, fue Iniesta quien sirvió los mejores balones. Filtró uno para Messi en la frontal que el argentino colocó en la cabeza de Paulinho, solo. Asentó los pies en el suelo para meter potencia al cabezazo, pero erró la dirección. Otro pase exquisito desde la izquierda pidió el remate de Leo de primeras, pero se le echó encima la defensa.
Pese a no ser un ariete, Eden Hazard tiene tal colección de recursos imponente. Es capaz de aguantar de espaldas y generar peligro solo o esperando a la asociación.
Con el Barça confiado por su autoridad sobre el juego al belga le bastó muy poco para armar el taco en la izquierda. Controló, se giró, atrajo la atención y rival y descargó para Willian, lo que resultó ser una gran idea. Porque el brasileño tiene un disparo de media distancia imponente. Se perfiló para la diestra y bum, reventó el palo derecho.
El aviso fue tan serio que metió la duda en el cuerpo del Barça. Ocho minutos después de nuevo Willian encontró hueco al borde del área y descargó con violencia sobre el palo, esta vez el izquierdo. A continuación, una falta frontal despejada por Piqué encontró la segunda jugada de Hazard, que voleó alto.
La reacción azulgrana parecía mostrarse en el segundo tiempo. Bien plantado, robó fácil y acabó jugadas, con un tiro de Iniesta desviado y una buena maniobra individual de Luis Suárez finalizada con un tiro cruzado bien desviado por Courtois. El uruguayo agradece el ida y vuelta inglés. Se siente cómodo. Aunque no se haya estrenado en Champions esta temporada.
Y como en el primer acto, cuando el Barça parecía dominador, golpeó el Chelsea. En un córner forzado por un tiro lejano de Cesc la pelota cayó en la frontal, completamente solo, para Willian, que definió de lujo. Control, toque para abrir ángulo y remate duro y raso, junto al palo.
La respuesta de Valverde no fue recurrir al segundo fichaje más caro, Dembélé, sino a Aleix Vidal, para relevar a Paulinho en banda diestra. Sin claridad en los últimos metros y con Messi muy vigilado por Kanté, el riesgo de recibir un segundo tanto pesó en las botas del Barça. Con el plan favorable Conte ordenó un repliegue aún mayor sin meter cambios. Ni Morata ni nadie.
El fútbol tiene siempre guiños caprichosos. En la misma portería donde pasó a la historia, Iniesta rescató la eliminatoria. Aprovechó un pase criminal de Christensen, cruzando la defensa, robó en la izquierda y metió atrás para que el primer remate entre los tres palos de Messi acabara en gol.
El plan de Conte se vino abajo con estrépito. Entonces sí, metió cambios para refrescar la parcela ofensiva. Entró Morata como referencia, y eso también aligeró la medular para que el Barça no sufriera. Así fue. El 1-1 da clara ventaja a los de Valverde.
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Fuente
José María Rodríguez