“Sigo valorando y amando a mi esposa e hijo a pesar de la distancia, aprovecho cada oportunidad que tengo de brindarles todo mi afecto a través de la cámara de mi celular. Son tiempos de calidad, aunque no sean en cantidad”, dice el ingeniero Juan Montero.
El pasado mes febrero, el profesional migró a Lima, Perú. Explicó que, debido a la crisis que vive Venezuela, tuvo que dejar su tierra para ir tras un mejor futuro para su familia y para él, porque “era cuesta arriba con mi sueldo costear los gastos de mi hogar”.
“No tuve la oportunidad de traerme a mi familia, difícilmente debí despedirme de ella temporalmente. Mi meta desde que llegué aquí es trabajar duro para poder mandarles dinero y traerlos”, señaló.
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Han sido muchos los que tienen que dejar a sus seres queridos para, solos, afrontar nuevos rumbos, mientras que otros “afortunados” tienen la oportunidad de hacer maletas con sus parientes e iniciar desde cero en otra nación.
“Llegué en enero a Santiago de Chile. Mi esposo trabajó durante seis meses en este país para reencontrarse conmigo y nuestras hijas. Ese fue el mayor regalo que nos dio, volver a vernos”, comentó entre lágrimas Isabela de Rojas.
La pareja de Rojas falleció los primeros días del pasado mes de febrero en el país austral.
“Cuando estuvo lejos de nosotras nos enseñó a apreciarnos más, a valorarnos como familia. Gracias a su esfuerzo pudimos estar con él sus últimos días de vida”.
Hace tres meses, Patricia Velásquez, junto con su esposo y su pequeño hijo, se radicó en Lima. A pesar de viajar en “combo” extraña poder abrazar a su madre.
“Partimos por una mejor supervivencia y protección. Asumimos el riesgo de salir juntos y con nuestro hijo para tener a nuestro pequeño núcleo familiar unido, pero allá dejamos al resto de la familia y a los amigos”, relata con tristeza Velásquez.
Efectos
Juan Montero, quien también es magíster especialista en Conductas Humanas, explicó que el inmigrante debe lidiar con altos niveles de estrés, ansiedad y depresión producto del apego emocional.
Para mantener los lazos afectivos desde la distancia, es necesario trabajar en equipo y tener claro que la ausencia de la persona será temporal.
“Para sobrellevar el exilio forzado, los que se van deben aprender a controlar las emociones y afianzar la comunicación con los suyos, siempre que existan las posibilidades y tiempos para intercambiar palabras con esos seres queridos. Esto será positivo para el bienestar de todos”.
Sostuvo que los parientes que se quedan también atraviesan por episodios de aceptación, nostalgia y poca concentración. La solidaridad, comprensión y el apoyo que ellos puedan brindar fomentará la confianza de quieres emigraron por el “beneficio de todos”.
Velásquez y Montero sueñan con poder sacar a los suyos del país para liberarlos de la “situación actual o tener la posibilidad de regresar a una Venezuela próspera para recibir el anhelado abrazo en familia”.
Fuente
Mercedes Silva